Maxi y el charco travieso



Érase una vez un perro llamado Maxi, que vivía en una linda casita junto a su dueña, Sofía. Maxi era un perro muy juguetón y feliz, siempre estaba corriendo y saltando por todas partes.

Un día, después de una fuerte lluvia, el sol salió brillante y el cielo se despejó. Maxi no podía resistirse a la emoción de salir a jugar al aire libre.

Sin embargo, no se dio cuenta de que había charcos de lodo por todas partes. Maxi corrió tan rápido como pudo sin mirar hacia dónde iba. ¡Y zas! De repente, cayó al más grande y pegajoso charco de lodo que jamás hubiera visto. Estaba cubierto de barro hasta las orejas.

Sofía escuchó el chapoteo desde la casa y salió corriendo para ver qué había pasado. Cuando encontró a Maxi todo embarrado, lo miró con cariño pero también con preocupación.

"¡Oh no, Maxi! ¿Estás bien?"- exclamó Sofía mientras se acercaba a él. Maxi movió su cola lleno de alegría al verla llegar. Aunque estaba sucio y empapado en barro, sabía que su dueña lo cuidaría siempre. "Tranquilo, Maxi", dijo Sofía tranquilamente mientras le acariciaba la cabeza.

"Vamos a limpiarte enseguida". Sin perder tiempo alguno, Sofía llevó a Maxi hasta la bañera del patio trasero y comenzó a llenarla con agua tibia. El perro observaba curioso cómo el agua caía dentro de la bañera.

"¡Maxi, ha llegado el momento de un buen baño!"- dijo Sofía con una sonrisa en su rostro. Maxi no estaba muy seguro de lo que significaba eso, pero confiaba plenamente en su dueña.

Se metió en la bañera y Sofía comenzó a lavarlo con mucho cuidado. El agua corría por su pelaje y poco a poco el barro iba desapareciendo. Mientras Maxi se encontraba bajo el agua, algo maravilloso ocurrió.

Sus amigos del vecindario, los pájaros cantores y las ardillas juguetonas, se reunieron alrededor de la casa para ver qué pasaba.

Uno de los pájaros voló cerca de la ventana y le preguntó a Maxi:"¿Qué te pasó? ¿Por qué estás tan sucio?"Maxi respondió mientras salpicaba agua por todas partes:"Me emocioné tanto por jugar que no me di cuenta de los charcos de lodo". Los animales sonrieron comprensivamente porque también habían cometido errores como ese antes.

En ese momento, Sofía escuchó las voces afuera y abrió la ventana para ver qué ocurría. Cuando vio a todos los animales rodeando su casa, sintió curiosidad y les preguntó:"¿Qué hacen aquí? ¿Necesitan algo?"El pájaro más sabio respondió:"Hemos venido a aprender una valiosa lección junto a Maxi".

Sofía miró al perro lleno de amor y orgullo mientras continuaba bañándolo. Entonces comprendió que esta experiencia podía enseñarles algo importante a todos ellos. Una vez terminado el baño, Maxi salió de la bañera y se sacudió el agua.

Estaba limpio y reluciente, pero también había aprendido una valiosa lección: siempre debía prestar atención a su entorno para evitar caer en problemas. Sofía abrió la puerta trasera y todos los animales se dispersaron, volando y corriendo por el vecindario.

Maxi los despidió con un ladrido amistoso mientras se acercaba a Sofía. "Gracias por enseñarme esta importante lección, Sofía", dijo Maxi emocionado. "Prometo ser más cuidadoso la próxima vez".

Sofía sonrió mientras secaba a Maxi con una toalla suave:"Eso es lo que amo de ti, Maxi. Siempre estás dispuesto a aprender y mejorar". Desde aquel día, Maxi nunca más volvió a saltar sin mirar dónde iba. Se convirtió en un perro aún más sabio y cauteloso.

Y cada vez que jugaba bajo el sol brillante, recordaba la importancia de estar alerta. Y así fue como Maxi vivió muchas aventuras felices junto a su dueña Sofía, siempre recordando la valiosa lección que aprendió aquel día en el charco de lodo.

FIN.

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