Maxi y la búsqueda de las palabras mágicas



Había una vez un mago llamado Maxi que vivía en un pequeño pueblo mágico. A Maxi le encantaba enseñar y divertirse al mismo tiempo, así que decidió combinar sus dos pasiones: la magia y los juegos.

Una noche, mientras jugaba con su pelota mágica en el jardín de su casa, se dio cuenta de que había alguien observándolo desde la ventana.

Era una niña llamada Sofía, quien tenía muchas ganas de aprender a leer pero no sabía cómo hacerlo. Maxi, siempre dispuesto a ayudar, se acercó a Sofía y le preguntó qué era lo que quería aprender. La niña le contó sobre su deseo de poder leer cuentos por sí misma y entender todas las palabras.

El mago sonrió y dijo: "¡Claro que puedo ayudarte! Pero primero debemos hacerlo divertido". Sacó su varita mágica y transformó la pelota en un libro gigante lleno de letras brillantes.

Sofía estaba emocionada e intrigada al ver el libro tan especial. Maxi le explicó que cada vez que tocara una letra con la punta del dedo índice, esta cobraría vida y formaría una palabra. Así podrían armar oraciones y entender todo lo que estaban leyendo.

Comenzaron a jugar con el libro mágico, tocando las letras para crear palabras simples como "mamá", "papá" o —"casa" . Sofía se sentía cada vez más segura y feliz al ver cómo podía leer por sí misma.

Pero entonces, cuando menos se lo esperaban, algo extraño ocurrió. Una nube gris apareció sobre ellos y comenzó a llover letras del cielo. Maxi y Sofía se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

"¡Es la lluvia de las palabras perdidas!", exclamó Maxi. "Estas son palabras que nadie ha leído en mucho tiempo, y necesitamos reagarrarlas antes de que desaparezcan". Sofía asintió con determinación y ambos empezaron a atrapar las letras mientras seguían leyendo en voz alta cada palabra que encontraban.

Las palabras cobraban vida nuevamente y volvían a su lugar en el libro mágico. Después de un rato, con todas las palabras recuperadas, la lluvia cesó y el sol volvió a brillar sobre ellos.

Sofía miró al mago con gratitud y dijo: "¡Gracias, Maxi! Ahora puedo leer cualquier cosa". Maxi sonrió orgulloso y le dio un abrazo cariñoso. "Recuerda, Sofía, la lectura es una puerta hacia el conocimiento y la imaginación infinita.

Sigue practicando todos los días y nunca dejarás de descubrir cosas maravillosas". Desde ese día, Sofía siguió aprendiendo a leer con entusiasmo gracias al mago Maxi.

Y juntos continuaron jugando con su pelota mágica para hacer de cada lectura una aventura llena de diversión. Y así fue como el mago enseñaba a leer mientras jugaba con la pelota, haciendo que Sofía descubriera todo un mundo nuevo lleno de historias por explorar.

FIN.

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