Maxi y los amigos inesperados
Había una vez una granja en un pequeño pueblo donde vivían tres jóvenes valientes: Tomás, Sofía y Martín. Estos amigos siempre estaban buscando aventuras emocionantes y no había mejor momento para encontrarlas que en Halloween.
Una noche, mientras se preparaban para ir a pedir caramelos por las casas del vecindario, escucharon un ruido extraño proveniente de la granja. Decididos a descubrir el misterio, los tres amigos se dirigieron hacia allí.
Al llegar a la granja, encontraron todo oscuro y silencioso. Pero entonces, vieron algo moverse entre los arbustos. ¡Era un monstruo! Tenía garras afiladas y grandes dientes puntiagudos. "¡Ay caramba! ¡Es un monstruo!" exclamó Sofía asustada. "¡No te preocupes! Somos jóvenes valientes.
Vamos a enfrentarlo juntos", dijo Tomás con determinación. Los tres amigos se acercaron al monstruo con cautela. Fue entonces cuando notaron que el monstruo estaba llorando lágrimas verdes y parecía triste.
"¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste?" preguntó Martín curioso. El monstruo levantó la cabeza y les contó su historia. Resulta que era un monstruito llamado Maxi quien solo quería hacer amigos pero todos le tenían miedo por su apariencia espeluznante.
"Nadie quiere jugar conmigo porque soy diferente", sollozaba Maxi entre sollozos. Tomás, Sofía y Martín sintieron mucha empatía por Maxi y decidieron ayudarlo a cambiar la forma en que los demás lo veían.
"Maxi, te prometemos que vamos a demostrarle a todos que eres un monstruo amigable y divertido", dijo Sofía con entusiasmo. Los amigos idearon un plan. Decidieron organizar una fiesta de Halloween en la granja para que todos pudieran conocer a Maxi y darse cuenta de que no era tan malo como parecía.
Trabajaron juntos decorando la granja con calabazas, luces brillantes y disfraces espeluznantes. Invitaron a todos los vecinos del pueblo e incluso al alcalde.
La noche de la fiesta llegó y todo el mundo estaba emocionado por ver qué les esperaba en esa misteriosa granja. Cuando entraron, se encontraron con Maxi bailando al ritmo de música alegre junto con Tomás, Sofía y Martín. Todos quedaron sorprendidos al ver lo amigable y divertido que era Maxi.
Se dieron cuenta de que las apariencias pueden ser engañosas y aprendieron una valiosa lección sobre no juzgar a alguien solo por su aspecto exterior. Desde ese día, Maxi dejó de ser temido por los demás.
Los vecinos descubrieron que detrás de su apariencia espeluznante había un corazón amable y siempre estuvo dispuesto a ayudar cuando alguien necesitaba algo. Tomás, Sofía y Martín se convirtieron en grandes amigos de Maxi.
Juntos vivieron muchas aventuras emocionantes y demostraron al mundo cómo el valor y la comprensión pueden superar cualquier prejuicio o miedo infundado.
Y así, esta historia nos enseña que el verdadero valor no solo radica en enfrentar los miedos, sino también en abrir nuestros corazones y aceptar a aquellos que son diferentes a nosotros.
FIN.