Mecánico de la Alegría



Nico era un niño de diez años que pasaba sus tardes en el taller de su abuelo, un mecánico retirado. Desde pequeño, había estado fascinado por las herramientas, los motores y el sonido de los autos rugiendo. El taller de su abuelo no solo era un lugar para arreglar vehículos, sino un mundo donde la creatividad y la ingeniería se unían en una danza de tuercas y tornillos.

Una tarde, mientras Nico ayudaba a su abuelo a arreglar un viejo auto de carreras, le dijo:

"Abuelo, ¡cuando sea grande quiero ser mecánico como vos!"

"Genial, pibe. Ser mecánico es una gran responsabilidad, y también es divertido. Siempre te vas a encontrar con sorpresas."

Nico estaba entusiasmado. El abuelo le enseñó sobre los diferentes tipos de motores, cómo hacer un cambio de aceite y la importancia de la seguridad. Sin embargo, no todo era diversión. Un día, un cliente llegó al taller frustrado porque su auto había dejado de funcionar en medio de un viaje. El abuelo tomó el caso con calma.

"No te preocupes, Nico. Vamos a resolverlo. Lo primero es escuchar al cliente. ¿Cómo le preguntamos?"

"¿Qué le pasó al auto?"

"Exacto. Escuchar es clave para encontrar la solución."

Mientras trabajaban, el abuelo le contaba historias de mecánicos famosos y sus invenciones. Nico se sentía inspirado, pero había un problema: en la escuela, sus compañeros no entendían su pasión. Un día, durante el receso, sus amigos comenzaron a burlarse de él.

"¿Por qué gastas tu tiempo con esas cosas de viejos?"

"¡No quiero ser un mecánico!"

Nico, herido, decidió que no podría seguir con su sueño si no tenía el apoyo de sus amigos. Sin embargo, tras una noche de reflexión, decidió que lo que realmente quería era seguir su pasión, a pesar de las críticas.

Un viernes, el abuelo le propuso participar en la feria de ciencias de la escuela. Nico se ilusionó:

"¿Cree que podría hacer algo relacionado con los motores?"

"Por supuesto, pibe. Vamos a construir un pequeño coche a control remoto. Así, tus compañeros verán lo divertido que es la mecánica."

Trabajaron juntos durante varias semanas, diseñando y construyendo el coche con piezas recicladas. Cuando llegó el día de la feria, Nico estaba nervioso, pero emocionado. Montó su stand y, cuando encendió el coche, todos los niños quedaron maravillados.

"¡Mirá cómo corre!"

"¡Es increíble! ¿Cómo lo hiciste, Nico?"

"Gracias, usé herramientas que aprendí a utilizar con mi abuelo. La mecánica es así, se trata de resolver problemas y crear."

Poco a poco, sus amigos se acercaron a él, interesándose en aprender más. Uno de ellos le dijo:

"Disculpá, Nico. Lo que hiciste es realmente copado. Te gustaría que te ayude a hacer un proyecto también?"

Nico sonrió, se dio cuenta de que su pasión contagiaba a otros.

Al finalizar la feria, el equipo de docentes decidió premiar a Nico por su creatividad y habilidad, y sus compañeros lo aplaudieron. Su abuelo, entre lágrimas de orgullo, le dio un abrazo y le susurró:

"Siempre persigue tus sueños, pibe. Ahora tus amigos lo ven. La pasión se contagia, y con esfuerzo, ¡podés lograr lo que quieras!"

Nico, lleno de confianza y alegría, comprendió que no debía desanimarse ante las opiniones ajenas. A partir de ese día, su pasión por la mecánica no solo estaba viva, sino que estaba iluminando el camino de otros, y, con cada tornillo que giraba, también iba construyendo su futuro.

FIN.

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