Melania y el Tesoro de la Naturaleza


Había una vez una niña llamada Melania, que vivía en la ciudad. Siempre estaba rodeada de edificios altos y ruidosos carros. Pero un día, decidió hacer algo diferente y decidió ir al campo.

Melania había escuchado muchas historias sobre el campo: los animales que corretean por los prados, las hermosas flores silvestres y el aire fresco. Estaba muy emocionada por descubrir todo eso por sí misma.

Así que, junto a su mamá y su papá, Melania se subió al auto rumbo al campo. El viaje fue largo pero lleno de emoción. Al llegar, Melania abrió la puerta del auto y salió corriendo hacia el vasto paisaje verde.

Se encontró con un simpático conejito que saltaba entre las flores. "-¡Hola conejito! ¿Cómo estás?", le preguntó Melania mientras acariciaba su suave pelaje blanco. El conejito respondió en un lenguaje especial de animales: "-¡Hola! Me llamo Copito y estoy muy contento de conocerte".

Melania siguió explorando el campo y se topó con una familia de patitos nadando en un pequeño lago. "-¡Qué lindos son! ¿Puedo jugar con ustedes?" preguntó entusiasmada la niña.

Los patitos respondieron alegremente: "-¡Claro que sí! ¡Ven a nadar con nosotros!". Melania se quitó los zapatos y calcetines para sumergirse en el agua fresca del lago junto a sus nuevos amigos patitos. Rieron y chapotearon hasta que todos estuvieron cansados.

Mientras descansaban en la orilla, Melania vio algo brillante entre los arbustos. Se acercó sigilosamente y descubrió un nido de pajaritos con huevos. "-¡Oh, qué hermoso! ¿Puedo ver de cerca?", preguntó Melania emocionada.

Los pajaritos respondieron: "-¡Claro que sí! Pero ten cuidado de no asustarnos". Melania observó cómo los pequeños polluelos rompían sus cascarones y comenzaban a piar. Se maravilló ante el milagro de la vida y se prometió a sí misma cuidar y proteger a todos los seres vivos.

De repente, una suave brisa trajo consigo un delicioso aroma a frutas maduras. Melania siguió el olor hasta llegar a un manzano cargado de manzanas rojas y jugosas.

"-¡Qué ricas se ven estas manzanas! ¿Puedo probar una?", preguntó con ansias. El árbol de manzanas respondió amablemente: "-Por supuesto, pero recuerda siempre pedir permiso antes de tomar algo". Melania tomó una manzana madura y dio un mordisco.

El sabor dulce llenó su boca mientras las risas llenaban el campo. Al final del día, cuando el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, Melania regresó al auto junto a sus padres para volver a casa.

Mientras conducían por la carretera, ella miraba por la ventana con una sonrisa en su rostro. Ese día en el campo había sido mágico para Melania.

Había aprendido sobre la importancia de respetar y cuidar a la naturaleza, de hacer amigos con los animales y de disfrutar de las pequeñas cosas que la vida nos regala. Desde entonces, Melania visitaba el campo cada vez que podía. Siempre llevaba consigo una bolsa para reagarrar basura y ayudar a mantener limpio el lugar.

Además, nunca olvidaba pedir permiso antes de tomar algo o perturbar a los habitantes del campo. Melania se convirtió en una defensora del medio ambiente y compartió sus experiencias con otros niños. Juntos, aprendieron a amar y proteger la naturaleza, creando un mundo mejor para todos.

Y así, Melania vivió muchas aventuras más en el campo, siempre recordando lo importante que era cuidar nuestro hogar: la Tierra.

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