Melissa, la luz de Villa Feliz



En un pequeño pueblo llamado Villa Feliz vivía Melissa, una niña muy alegre y curiosa que disfrutaba de ir a la escuela todos los días.

Desde que se despertaba por la mañana, tenía una serie de rutinas que seguía fielmente para prepararse y llegar a tiempo a clases. Cada día, el despertador sonaba a las 6: 30 am y Melissa se levantaba con una gran sonrisa en su rostro.

Se estiraba como un gatito, bostezando mientras se frotaba los ojos. Luego corría hacia la cocina donde su mamá ya había preparado un delicioso desayuno con tostadas, jugo de naranja y frutas frescas. "¡Buenos días mamá! ¿Qué hay para desayunar hoy?", exclamaba Melissa emocionada.

"¡Buenos días mi niña! Hoy tenemos tu desayuno favorito, ¡tostadas con mermelada!", respondía su mamá cariñosamente. Después de desayunar, Melissa se cepillaba los dientes con mucha energía y se iba a su habitación para vestirse con su uniforme escolar.

Siempre elegía sus calcetines más coloridos y peinaba su cabello en dos trenzas bien hechas. Una vez lista, agarraba su mochila llena de libros y cuadernos, y salía corriendo hacia la parada del autobús escolar.

Allí esperaba junto a sus amigos Juanito y Sofía, quienes siempre llegaban tarde porque les costaba salir de la cama por las mañanas. "¡Hola Melissa! ¡Hoy llegamos temprano gracias a ti!", decían Juanito y Sofía al verla llegar puntual como siempre.

Melissa les contagiaba su entusiasmo por aprender cosas nuevas en la escuela e juntos subían al autobús rumbo al colegio. Durante el trayecto cantaban canciones infantiles y compartían chistes divertidos que hacían reír a todos los pasajeros.

Al llegar al colegio, Melissa saludaba alegremente al portero Don Carlos y corría hacia su salón de clases. Le encantaban las matemáticas porque le resultaban muy divertidas resolver problemas numéricos como si fueran acertijos.

Durante el recreo, jugaba en el patio con sus amigos al fútbol o saltando la soga. Siempre estaba llena de energía y contagiosa alegría que inspiraban a los demás niños a divertirse tanto como ella lo hacía.

Al finalizar las clases regresaba a casa contenta pero cansada después de un largo día lleno de aprendizaje e diversión. Su mamá siempre le tenía preparada una merienda especial para recargar energías antes de ponerse manos a la obra con sus tareas escolares.

Y así pasaban los días en Villa Feliz, donde Melissa demostraba que con entusiasmo e dedicación podías lograr grandes cosas. Todos en el pueblo admiraban su espíritu positivo e ganas de aprender cada día algo nuevo.

Y es que Melissa sabia que cada amanecer era una oportunidad para crecer e ser feliz haciendo lo que más amabas: ir a la escuela.

FIN.

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