Melissa y el Día Sin Escuela
Era un día soleado en el pequeño barrio de Villa Alegre. Todos los niños se preparaban para salir a la escuela, pero Melissa, una niña amable y cooperadora, no se sentía lista. Su mamá le había dicho que debía quedarse en casa porque tenía que ayudar con algunos preparativos para una feria de la escuela que se celebraría el fin de semana. Aunque sabía que era importante ayudar, su corazón se entristecía al pensar que perdería un día de clases.
"¿Mamá, por qué no puedo ir a la escuela?" -preguntó Melissa con un suspiro.
"Querida, necesitamos tu ayuda para que podamos preparar todo a tiempo. La feria será muy divertida y tú serás parte de ella, aunque no estés en clase hoy" -respondió su mamá, tratando de animarla.
Melissa se rascó la cabeza y aceptó con un pequeño asentimiento, pero aún se sentía un poco desilusionada.
Esa mañana, Melissa observó por la ventana cómo sus compañeros de clase paseaban alegres hacia la escuela.
"Quiero estar con ellos" -murmuró para sí misma.
Mientras su madre organizaba las cosas, Melissa decidió que podría hacer algo especial en casa. Se le ocurrió que podría crear un cartel colorido para la feria, así sus compañeros descubrirían su amor por ellos y la importancia de trabajar en equipo.
"¡Eso haré!" -dijo por dentro, y con lápices de colores y cartulina, comenzó a diseñar su obra.
Con la música de fondo, Melissa se sumergió en su tarea. Al final de la mañana, había creado un hermoso póster que decía: "¡Diviértanse en la Feria, Amigos! ¡Recuerden que juntos hacemos cosas maravillosas!". Cuando su mamá lo vio, sus ojos brillaron de orgullo.
"¡Es precioso, Melissa! Creo que tus compañeros lo adorarán" -sonrió su madre.
Al mediodía, Melissa preparó un pequeño paquete con golosinas para sus amigos, pensando que así sentiría un poco más cerca de la escuela. Con todo listo, y aún un poco tristes porque no podría ver a sus amigos, se sentó con su mamá a almorzar.
"Espero que mis amigos no se olviden de mí mientras estoy aquí" -dijo Melissa, un poco preocupada. Su mamá le respondió:
"No te preocupes, todos te extrañan y saben lo amable que eres. Tu espíritu generoso siempre está presente, aunque no estés físicamente en la escuela".
El día pasó, y cuando terminó, Melissa y su madre se prepararon para ir a la escuela.
"¿Voy a la escuela, mamá?" -preguntó emocionada.
"Sí, pero con un propósito especial. Vamos a entregar tu cartel para que todos lo vean" -respondió su madre.
Cuando llegaron, los estudiantes estaban muy contentos con la feria y más al ver a Melissa.
"¡Melissa!" -gritaron sus amigos, corriendo hacia ella.
"Me encantó hacer esto para ustedes" -dijo ella, sintiendo que su corazón se aliviaba con las risas y abrazos de sus compañeros. Y así, gracias a su esfuerzo y actitud positiva, comenzó a entender que aunque no estuviera todos los días en la escuela, siempre podría ser parte de su comunidad.
La feria fue un gran éxito, y los niños disfrutaron llevando a cabo las actividades, aprendiendo sobre la importancia de trabajar juntos y apoyarse entre ellos. Melissa se sintió feliz y querida.
"Nunca debemos dudar de la importancia de estar juntos, ¿verdad?" -dijo uno de sus amigos.
"Claro, y siempre podemos ayudar de alguna manera, incluso si no estamos en el mismo lugar" -respondió Melissa, recordando su día de trabajo en casa.
Miró a su alrededor y sonrió. En ese instante, se dio cuenta de que la amabilidad y la responsabilidad que demostraba en cada momento, ya sea en la escuela o en casa, eran lo que realmente la hacían especial. Desde ese día, Melissa dejó de preocuparse cuando no podía asistir a la escuela, sabiendo que siempre encontraría maneras de contribuir al bien de su comunidad y ser parte de algo grande.
FIN.