Melli, el amigo peludo


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Perruna, un perro muy especial llamado Melli. Melli era conocido por ser el perro más cariñoso y mimoso de todo el lugar.

Siempre estaba buscando a alguien a quien darle amor y recibir caricias. Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo, Melli se encontró con Lucas, un niño triste que había perdido a su perro hacía poco tiempo.

Lucas estaba sentado en un banco con la mirada perdida, extrañando a su compañero animal. Al ver a Lucas tan apenado, Melli se acercó lentamente moviendo su cola y lamiendo la mano del niño.

Lucas levantó la mirada sorprendido y al ver al amigable perro frente a él, no pudo contener una sonrisa. "Hola, amigo animal. ¿Cómo te llamas?" preguntó Lucas acariciando la cabeza de Melli.

Melli movió su cola contento y se sentó junto a Lucas, como si supiera que ese niño necesitaba de su compañía en ese momento difícil. Desde ese día, Melli y Lucas se volvieron inseparables. El perro lo acompañaba a todas partes: al colegio, al parque e incluso dormían juntos todas las noches.

La tristeza de Lucas fue desapareciendo poco a poco gracias al amor incondicional de Melli. Un día soleado, mientras paseaban por el bosque cercano al pueblo, escucharon unos ruidos extraños provenientes de un arbusto.

Al acercarse descubrieron que era un gatito atascado entre las ramas. "¡Pobre gatito! Necesita ayuda", exclamó Lucas preocupado. Melli asintió con la cabeza y con mucho cuidado lograron liberar al minino. El gato los miró con gratitud y comenzó a frotarse contra las piernas de Melli.

"Creo que ahora tenemos un nuevo amigo", dijo Lucas riendo emocionado. Desde ese día, los tres amigos eran inseparables. Jugaban juntos todo el tiempo y se cuidaban mutuamente.

Melli enseñó a Lucas sobre la importancia de ayudar a los demás seres vivos sin esperar nada a cambio.

Con el paso del tiempo, Villa Perruna se llenó de historias sobre este peculiar trío: el niño valiente, el perro cariñoso y el gato travieso; quienes demostraron que juntos podían superar cualquier obstáculo que se les presentara en el camino. Y así fue como gracias al amor incondicional de un perro llamado Melli, muchas vidas en Villa Perruna fueron tocadas para siempre.

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