Melodías Celestiales


Había una vez en el cielo un angelito llamado Gabriel y en el infierno un demonio llamado Lucas. Ambos eran muy diferentes, pero tenían algo en común: su amor por la música.

Gabriel era un ángel cantante, siempre llevaba su arpa a todos lados y llenaba de alegría a todos con sus melodías celestiales. Por otro lado, Lucas era un demonio guitarrista, su música era más rockera y tenía un toque de rebeldía.

Un día, mientras Gabriel tocaba su arpa en una nube del cielo, escuchó una guitarra que venía desde abajo. Era la música de Lucas. Intrigado por aquel sonido diferente, decidió bajar al infierno para averiguar quién lo estaba tocando.

Cuando llegó al infierno, Gabriel se encontró con Lucas sentado en medio del fuego tocando su guitarra como si nada. A pesar de ser tan distintos, ambos sintieron una conexión especial entre ellos. "¡Hola! Soy Gabriel", dijo el angelito acercándose a Lucas.

"Y yo soy Lucas", respondió el demonio sin dejar de tocar la guitarra. A partir de ese momento, Gabriel y Lucas comenzaron a pasar tiempo juntos compartiendo sus pasiones por la música.

En secreto se reunían todas las noches para tocar juntos canciones que fusionaban los estilos celestiales y diabólicos.

Su amistad crecía cada día más y empezaron a darse cuenta de que no importaba si eran ángeles o demonios; lo importante era disfrutar de la música y compartir momentos especiales juntos. Pero había un problema: los demás ángeles y demonios no entendían su amistad. Pensaban que era imposible que un ángel y un demonio se llevasen bien. Así que decidieron mantener su amor secreto.

Un día, mientras tocaban juntos en el infierno, los demás demonios descubrieron a Lucas con Gabriel. Se burlaron de ellos y dijeron cosas hirientes sobre su amistad.

Gabriel se sintió triste y desanimado por las palabras de los demás, pero Lucas lo animó diciéndole:"No importa lo que digan los demás, nuestro amor por la música es más fuerte. Sigamos tocando juntos y demostrémosles que no importa si somos diferentes".

Así fue como Gabriel y Lucas decidieron enfrentar las críticas juntos, demostrándole a todos que la música podía unir a cualquier ser sin importar su origen. Poco a poco, otros ángeles y demonios comenzaron a escuchar su música y se dieron cuenta de que estaban equivocados al juzgarlos.

La melodía de Gabriel y Lucas les llegaba al corazón y comenzaron a aceptar su amistad. Finalmente, ángeles y demonios aprendieron la lección de que no debemos juzgar a los demás por cómo lucen o dónde vienen.

Lo importante es valorar las cualidades únicas de cada persona y aprender a convivir en armonía. Desde aquel día, Gabriel siguió tocando el arpa en el cielo mientras Lucas continuaba con su guitarra en el infierno.

Pero cada noche se encontraban en secreto para tocar juntos e inspirarse mutuamente. Y así fue como el amor secreto entre un ángel y un demonio nos enseñó que la música puede unir a todos, sin importar nuestras diferencias.

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