Melodías de amistad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Melodía, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña dulce y alegre, pero no tenía muchos amigos. Lo que más le gustaba en el mundo era cantar.

Desde muy pequeña descubrió su pasión por la música y siempre se la pasaba tarareando melodías. Un día, la escuela de Villa Melodía anunció un concurso de talentos.

Sofía estaba emocionada, ¡era su oportunidad perfecta para mostrarle al mundo su hermosa voz! Pero al mismo tiempo, se sentía nerviosa porque sabía que no tenía amigos cercanos que pudieran apoyarla. Sofía practicaba todos los días después de la escuela en el jardín de su casa.

Cantaba con todo su corazón y soñaba con brillar en el escenario del concurso. Sin embargo, cada vez que pensaba en tener que enfrentarse sola frente a tanta gente, sentía un nudo en la garganta.

Una tarde, mientras practicaba su canción favorita bajo un árbol frondoso, escuchó una voz detrás de ella. Era Mateo, un niño curioso y algo tímido de su misma edad. -¡Wow! ¡Tienes una voz increíble! -exclamó Mateo sorprendido. Sofía se sonrojó pero agradeció el cumplido tímidamente.

Mateo le contó que había estado paseando por el barrio cuando escuchó a alguien cantar tan bonito que lo había llevado hasta allí. A partir de ese día, Mateo se convirtió en el primer amigo de Sofía.

Juntos practicaban las canciones para el concurso y Mateo incluso la ayudaba a superar sus miedos escénicos. Con él a su lado, Sofía se sentía más segura y animada. Finalmente llegó el día del concurso de talentos.

El auditorio estaba lleno de padres orgullosos y niños emocionados por mostrar sus habilidades. Cuando llegó el turno de Sofía, sintió mariposas revoloteando en su estómago.

Pero al mirar hacia donde estaba Mateo entre el público, recordó todas las veces divertidas que habían pasado juntos practicando y sintió fuerzas renovadas. Respiró hondo y subió al escenario sin titubear. Al principio temblaba un poco, pero cuando comenzó a cantar, todo desapareció a su alrededor: solo existían ella y la música.

Su voz resonaba clara y hermosa por todo el auditorio, dejando boquiabiertos a todos los presentes. Al finalizar la canción, hubo un silencio momentáneo antes estallar en aplausos atronadores y vítores emocionados.

Sofía bajó del escenario radiante y llena de felicidad por haber compartido su talento con todos. Esa noche fue inolvidable para ella; ganara o no el concurso ya no importaba tanto como haber encontrado verdaderos amigos que valoraban lo especial que era para ella la música.

Desde entonces Sofiá siguiò participando activamente del coro escolar junto a sus compañeros creciendo como persona gracias al apoyo mutuo e inspirándose unos a otros cada día mas. Y así continuaron viviendo felices, disfrutando juntos cada nota musical como si fuera única e irrepetible.

Fin

FIN.

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