Melodías del corazón
Javier no había tocado un piano antes, pero siempre había sentido una extraña atracción hacia ellos. Así que cuando vio uno en la tienda de música local, decidió probar suerte.
Al principio fue torpe y desafinado, pero poco a poco comenzó a encontrar su ritmo. Las notas fluían de sus dedos sin esfuerzo, creando una melodía hermosa y armoniosa. "-¡Wow! ¡Eres increíble!" exclamó el dueño de la tienda de música mientras escuchaba a Javier tocar.
"-¿De verdad lo crees?" preguntó Javier tímidamente. "-¡Por supuesto! Deberías seguir tocando el piano y compartir tu talento con el mundo" respondió el dueño entusiasmado. A partir de ese día, Javier se dedicó por completo al piano.
Practicaba durante horas cada día y rápidamente mejoró su técnica. Eventualmente, comenzó a tocar en pequeñas presentaciones locales. Un día llegó una carta invitándolo a tocar en un festival musical en Barcelona.
No podía creerlo: ¡tocaría frente a cientos de personas! Cuando llegó al festival, los nervios se apoderaron de él. Pero tan pronto como sus dedos tocaron las teclas del piano, toda la tensión desapareció. La multitud lo ovacionaba tras cada canción que interpretaba.
Después del espectáculo, Matías se acercó a él para felicitarlo por su maravillosa actuación. Ambos intercambiaron números telefónicos y comenzaron a salir juntos regularmente. Javier compartió con Matías todos los secretos detrás del arte del piano.
Pronto, Matías también comenzó a tocar y juntos crearon una hermosa sinfonía. Javier se convirtió en un maestro del piano, enseñando a niños de todas las edades.
Les mostraba cómo dejar que la música fluya naturalmente de sus dedos y cómo expresar sus emociones a través de cada nota. A medida que pasaban los años, Javier y Matías se casaron y continuaron tocando juntos en conciertos por todo el mundo.
Pero nunca olvidaron su humilde comienzo en la tienda de música local donde Javier descubrió su amor por el piano. La historia de Javier es una prueba viviente de que si tienes un talento especial, debes trabajar duro para perfeccionarlo y compartirlo con el mundo.
Quién sabe dónde te llevará ese don si lo sigues con pasión.
FIN.