Melodías en el Parque



Una mañana nublada, entre el sonido suave de la lluvia, un pequeño perro llamado Toto y su fiel amigo, un gato llamado Nube, paseaban por el parque. La lluvia caía suave, creando una sinfonía de gotas en el suelo.

"¿Escuchás eso, Nube? Es como una canción de la naturaleza", dijo Toto, moviendo su cola con entusiasmo.

"Sí, Toto. Pero creo que hay algo más allá", respondió Nube, levantando la oreja al escuchar los ecos de pasos y voces en la distancia.

Mientras sus amigos paseaban, en el parque había un grupo de niños que jugaban a los videojuegos, pero de repente se interrumpieron por un sonido extraño, como una alarma aguda que retumbaba en el aire. La alarma provenía de un celular que había quedado olvidado sobre un banco del parque.

"¡Ah, es mi celular!", gritó uno de los chicos corriendo hacia el banco, mientras los otros lo seguían, dejando atrás el juego. Sin embargo, el fuerte sonido los había llevado a discutir sobre quién se había olvidado el teléfono.

"¡No, no! Yo lo dejé primero! ”, dijo uno de ellos. Entre gritos y risas, los niños comenzaron a pelearse por quién debía apagar la alarma. Sin embargo, los animales observaron la situación con curiosidad.

Toto se acercó a Nube y dijo:

"¿Sabés? Esto me recuerda a lo que pasa cuando hay ruido en casa. A veces hay gritos, discusiones por ver televisión, o por quién debe hacer la tarea. Pero, ¿y si les enseñamos a los chicos a resolverlo juntos?"

"Suena como un buen plan", respondió Nube, mientras caminaban sigilosamente hacia los niños.

Toto y Nube se acercaron a los chicos, que todavía estaban en medio de la confusión.

"Hola, chicos!", dijo Toto, con su voz suave y amigable.

"¿Qué sucede acá?"

Los niños miraron a Toto y a Nube, un poco sorprendidos por la aparición de los animales.

"¡Es que nos olvidamos el celular y ahora nos estamos peleando por eso!", dijo una niña rubia, entre susurros y voces impacientes.

"Pero, ¿no sería mejor apagarlo y luego jugar todos juntos?", propuso Nube, esperando que a los niños les gustara la idea.

Los chicos se miraron entre ellos, dudosos, pero finalmente decidieron escuchar a Nube y Toto. Con un gesto, uno de ellos apagó la alarma del celular.

"Listo, ahora podemos disfrutar del parque!", dijo el niño que tenía el celular, sonriendo.

De repente, el viento empezó a soplar y las aves comenzaron a cantar, llenando el aire con sonidos suaves y melodiosos. Los chicos, inspirados por los animales, comenzaron a jugar juntos, compartiendo risas y aventuras.

"¡Mirá cómo corre el viento!", grita uno, mientras corren por el parque.

"Y cómo vuela la cometa que estamos haciendo!", dice otra, mientras sostienen la cometa que planeaban elevar entre todos.

La lluvia, que había comenzado a arremeter de nuevo, ahora parecía ser una compañía en su juego.

- “Aguacero, aguacero! Esto se vuelve un desafío”, gritó uno de ellos.

Mientras corrían y jugaban, Toto y Nube se sintieron felices de ver cómo los chicos resolvieron su conflicto y aprendieron a colaborar. Al final del día, los niños decidieron hacer una gran fiesta en el parque: no solo para jugar, sino para celebrar que habían aprendido a escucharse y a jugar juntos, en armonía como ellos.

Así, Toto y Nube regresaron a casa, contentos, sabiendo que a veces los pequeños problemas pueden transformarse en grandes enseñanzas cuando decidimos unirnos y encontrar soluciones juntos.

- “Nosotros somos buenos emisores de alegría, ¿verdad, Nube? ”, preguntó Toto mientras salían del parque.

- “Claro que sí, amigo”, contestó Nube, sonriendo bajo la lluvia. “Y siempre habrá música en el aire si estamos juntos”.

FIN.

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