Memis y el Aire Valioso



Había una vez, en un rincón del bosque, una duendecilla llamada Memis. Memis vivía en una acogedora casita hecha de hojitas y ramitas, llena de luces de luciérnagas que iluminaban su hogar. Pero había algo que la preocupaba profundamente: ¡tenía miedo de respirar! Su temor era que el aire que la rodeaba no estuviera limpio ni puro.

Cada día, Memis se asomaba por la ventana y observaba el hermoso mundo afuera. Veía a las mariposas revoloteando, a los pájaros cantando y a otros duendes jugando. ¡Era un espectáculo maravilloso! Pero su miedo a inhalar aire impuro la mantenía encerrada.

Un día, mientras miraba por la ventana, vio a una pequeña mariposa atrapada en una telaraña:

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" - lloraba la mariposa.

Memis se sentía muy triste. Deseaba poder ayudar a la mariposa, pero su miedo la frenaba.

"¿Qué puedo hacer? , si salgo, podría respirar aire malo y..." - dudó.

"Por favor, no me dejes aquí, necesito tu ayuda", suplicó la mariposa.

El corazón de Memis se llenó de valor al escuchar las súplicas de la mariposa. Finalmente, se dijo a sí misma:

"¡No puedo dejar a alguien que necesita ayuda!"

Con determinación, abrió la puerta de su casita y salió al exterior. El aire era fresco y las flores emitían un suave aroma.

"¡Oh, qué hermoso se siente!" - exclamó Memis.

Miró hacia la mariposa atrapada y corrió hacia ella. Con cuidado, Memis utilizó una ramita y logró sacar los hilos de la telaraña.

"¡Listo! ¡Estás libre!" - dijo feliz.

La mariposa aleteó emocionada.

"¡Mil gracias! No sé qué habría sido de mí sin tu ayuda. Eres muy valiente, Memis!"

Luego de ayudar a la mariposa, una extraña sensación de alegría inundó a Memis. Se dio cuenta de que el aire no era tan malo como pensaba, e incluso le trajo un poco de felicidad.

"Tal vez solo tengo que estar atenta a lo que respiro...", reflexionó.

Al día siguiente, Memis decidió explorar un poco más. Salió a buscar más aventuras. Se encontró con un grupo de duendes que estaban recogiendo flores.

"¡Hola! ¡Qué lindo lo que hacen!"

"¡Hola, Memis! ¿Te gustaría unirte a nosotros?" - le ofrecieron.

"¡Claro!" - dijo, sintiendo que el miedo empezaba a desvanecerse.

Mientras recolectaban flores, Memis respiró el aire fresco lleno de fragancias.

"¿Saben? Antes tenía miedo de respirar, pero ahora me doy cuenta de que el aire es increíble, ¡es parte de la vida!"

Los duendes sonrieron y le dijeron:

"A veces, tenemos que hacer frente a nuestros miedos para descubrir cosas maravillosas. ¡Bienvenida a la aventura!"

Desde ese día, Memis se convirtió en la duendecilla más valiente del bosque. Entendió que no todo el aire es malo y que siempre se puede encontrar cosas bellas si uno se atreve a salir de su zona de confort. Su amistad con la mariposa floreció, y juntas exploraban el bosque, riendo y disfrutando de cada nueva experiencia.

Y así, Memis aprendió que enfrentar los miedos no sólo abre las puertas a nuevas aventuras, sino que también permite disfrutar del aire y de la vida misma.

Cada vez que veía a otros duendes y criaturas del bosque, recordaba su valentía y la conexión que creció con el aire puro. Al final, Memis comprendió que respirar era un regalo, y nunca volvió a tener miedo otra vez.

Y así, la pequeña duendecilla vivió feliz en su casita, haciendo amigos y disfrutando del aire limpio del bosque, siempre con una sonrisa en el rostro.

FIN.

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