Merito en el río



Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Merito. Era un niño curioso y aventurero que siempre estaba dispuesto a explorar su entorno. Un día, mientras paseaba por el bosque, escuchó el murmullo del río cercano. Se acercó con interés y vio que el agua brillaba bajo el sol.

"¡Qué hermoso es el río!", exclamó Merito, maravillado por su color.

Con su eterna curiosidad, decidió seguir el cauce del río. A medida que avanzaba, vio muchos animales que vivían en la orilla. Había patos nadando, ranas brincando y peces que saltaban alegremente.

"¡Hola, Merito!", croó una rana. "¿Qué haces aquí?"

"Hola, Ranita! Vine a explorar el río. ¿Puedo jugar con ustedes?" dijo Merito con una sonrisa.

La ranita miró a los patos, quienes nadaban en grupo.

"Los patos son muy buenos nadando. Quizá ellos te dejen unirte a sus juegos", sugirió la rana.

Merito se acercó a los patos y les preguntó:

"¿Puedo jugar con ustedes? Me encantaría nadar como ustedes!"

"¡Claro!", contestó un pato grande. "Pero necesitas aprender a nadar primero. Te enseñaremos!"

Merito estaba entusiasmado. Pasó el resto de la tarde junto a sus nuevos amigos, aprendiendo a flotar y a hacer círculos en el agua. Cada vez que se sumergía, sentía la frescura y la emoción del juego. ¡Era tan divertido!

Sin embargo, mientras todos jugaban, Merito notó que algo no andaba bien en la orilla. Un grupo de peces parecía nervioso y nadaban en círculos. Merito dejó de jugar y se acercó a ellos.

"¿Qué les pasa?", preguntó preocupado.

"¡Hay un hilo atrapado en las rocas y no podemos salir!", respondió un pez de colores vivos.

Merito sabía que debía ayudar, así que pidió ayuda a sus amigos.

"¡Patos! ¡Ranas! Necesitamos unirnos para ayudar a los peces!"

Los patos, las ranas y Merito idearon un plan para liberar a los peces. Con el pato más grande nadando hacia la orilla, mantuvieron el hilo tenso mientras Merito y la rana tiraban con todas sus fuerzas. Fue un esfuerzo largo, pero finalmente, el hilo se rompió y los peces pudieron escapar, saltando felices al agua.

"¡Gracias, Merito! Eres un verdadero héroe!", dijo un pez.

Merito sonrió, lleno de orgullo. Había disfrutado de una gran aventura, pero lo más importante era haber ayudado a sus nuevos amigos. Se despidió de ellos y decidió que quería aprender más sobre el río y cómo cuidarlo.

Desde ese día, Merito visitaba el río todos los días, no solo para jugar, sino también para asegurarse de que estuviera limpio y seguro. Se convirtió en un defensor del río, contándole a todos en su pueblo la importancia de cuidar el agua y la vida que hay en ella.

Así fue como Merito no solo se divirtió en el río, sino que también se convirtió en un protector del entorno, enseñando a otros a apreciar y cuidar la naturaleza.

"Todos podemos hacer una diferencia", solía decir, con el brillo en sus ojos. "Si todos ponemos un poco de esfuerzo, el río siempre será un lugar mágico para todos!".

FIN.

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