Merlín el Alquimista y El Elixir de la Amistad



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y frondosos bosques, un anciano llamado Merlín. Merlín no era un anciano común y corriente; él era un alquimista renombrado, conocido por sus asombrosas creaciones y su sabiduría. Su laboratorio estaba lleno de frascos de colores, hierbas curiosas y libros antiguos, y siempre había una suave luz que emanaba de su hogar, como si la magia nunca se apagara.

Un día, mientras Merlín trabajaba en su última creación, un grupo de niños del pueblo llegó a su puerta. Eran Maxi, Sofi y Lucas, grandes amigos que siempre buscaban aventuras.

- “¡Merlín! ¡Merlín! ¿Nos podrías mostrar algo mágico? ” - preguntó Sofi con sus ojos brillando de emoción.

Merlín sonrió, contento de ver a los niños.

- “¡Claro! ¡Vengan a ver esto! ” - dijo mientras les señalaba un frasco lleno de un líquido azul brillante. - “Este es un elixir que he estado preparando. Se llama el Elixir de la Amistad.”

- “¿Qué hace? ” - preguntó Lucas intrigado.

- “Este elixir ayuda a resolver los conflictos y a hacer más fuertes los lazos de amistad. Pero, requiere de tres ingredientes especiales que solo pueden conseguirse en el bosque encantado.” - explicó Merlín.

Los niños se miraron, llenos de entusiasmo y un poco de miedo, pero decidieron que debían embarcarse en la aventura. Merlín les dio un mapa con las ubicaciones de los ingredientes y les advirtió:

- “Recuerden, la amistad es la base de todo. Cuiden de no dejar que los celos o el enojo se interpongan entre ustedes.”

Los tres se adentraron en el bosque, donde encontraron las características mágicas que Merlín les había contado. El primer ingrediente era la Rosa del Arcoíris, que solo florecía en una colina brillante.

- “¡Miren hacia allá! ” - exclamó Maxi al señalar las hermosas flores.

Mientras recogían la rosa, comenzaron a discutir sobre quién debería llevarla.

- “Yo la encontré primero, ¡así que debería ser mía! ” - dijo Lucas.

- “Pero yo fui quien llegó más cerca de ella.” - respondió Sofi intrigante.

De repente, las flores comenzaron a marchitarse.

- “¡Debemos calmarnos! ” - sugirió Maxi. - “Merlín dijo que debemos cuidar nuestra amistad.”

Luego de un momento de reflexión, los niños decidieron que colaborarían y recogerían juntos la rosa, así protegerían su amistad. Con el primer ingrediente en mano, continuaron la búsqueda del segundo.

El siguiente ingrediente era una pluma de un pájaro que cantaba melodías mágicas.

- “¿Dónde la encontramos? ” - preguntó Sofi.

De pronto, escucharon un canto hermoso y siguieron la melodía hasta un claro, donde un pajarito de colores brillantes los observaba.

- “¡Es él! ¡Tenemos que acercarnos! ” - dijo Lucas emocionado.

Sin embargo, el pájaro voló asustado cuando los niños intentaron alcanzarlo.

- “¡Debemos encontrar una manera de que confíe en nosotros! ” - sugirió Sofi.

Ellos decidieron crear una canción juntos, algo que le gustara al pájaro. Juntos, empezaron a cantar y, poco a poco, el pájaro se acercó, encantado por su melodía. Finalmente, pudieron obtener la pluma, el segundo ingrediente.

Con los dos ingredientes, solo les quedaba uno más: el rocío de la mañana que se encontraba en la cima de la montaña más alta. Era un lugar al que pocos se atrevían a ir, pero ellos estaban decididos.

Al llegar a la cima, encontraron que no solo había rocío, sino también un hermoso paisaje.

- “¡Miren qué hermosa vista! ” - exclamó Maxi.

Pero la emoción provocó una vez más un desacuerdo sobre quién tenía que recoger el rocío.

- “Yo puedo alcanzarlo mejor desde aquí.” - dijo Lucas.

- “¡No es justo! ¡Yo también quiero intentarlo! ” - protestó Sofi.

Esta vez, el rocío iba y venía como un espejismo, haciendo más difícil alcanzarlo. Fue entonces que recordaron las palabras de Merlín y la importancia de trabajar en equipo. Se dieron cuentas de que, si no se ayudaban y no estaban unidos, no lograrían su objetivo. Se pusieron de acuerdo y se ayudaron mutuamente para recolectar el rocío.

Finalmente, regresaron al laboratorio de Merlín, cansados pero llenos de emoción.

- “¡Lo logramos, Merlín! ¡Tenemos los tres ingredientes! ” - gritaron al unísono al entrar.

Merlín los recibió con una gran sonrisa y comenzó a mezclar los ingredientes en un caldero.

- “Ahora, veamos si logramos el Elixir de la Amistad.” - dijo mientras una nube de brillantina llenaba la habitación. Tras unos momentos, Merlín giró el caldero y mostró un frasco lleno de un líquido luminoso.

- “Este elixir no solo les ayudará a fortalecer su amistad, sino que también les recordará la importancia de trabajar juntos y resolver sus diferencias.”

Los niños abrazaron a Merlín, agradecidos por la lección que no solo había sido sobre magia, sino sobre la amistad y la colaboración.

Y así, Merlín el alquimista no solo creó un elixir, sino que también ayudó a tres amigos a entender el valor de la amistad y la cooperación. Desde aquel día, Maxi, Sofi y Lucas nunca olvidaron que cada aventura que compartían era un regalo, y que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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