Merlín el Alquimista y la Creación del Agua



En un rincón mágico del mundo, donde los árboles susurraban secretos y las estrellas brillaban con fuerza, vivía un curioso alquimista llamado Merlín. Era conocido en todo el reino por sus impresionantes pociones y su pasión por la naturaleza. Sin embargo, había un problema que lo preocupaba: los ríos y lagos de su tierra se estaban secando. Merlín sabía que, si no hacía algo pronto, sus amigos los animales se quedarían sin agua.

Un día, mientras estudiaba sus antiguos libros de alquimia, Merlín tuvo una idea brillante:

"¡Voy a crear agua! Si puedo hacer mi propia agua, podré llenar ríos y lagos para que todos puedan beber y jugar" - exclamó emocionado.

Con su corazón lleno de esperanza, Merlín salió en busca de los ingredientes necesarios. Su primera parada fue el Bosque de los Susurros, donde los árboles estaban llenos de sabiduría. Allí conoció a una sabia tortuga llamada Tila.

"Hola, Merlín. ¿Qué te trae por aquí?" - preguntó Tila con voz pausada.

"Estoy buscando ingredientes para crear agua y ayudar a todos los que necesitan beber. ¿Sabés de algo que me pueda servir?" - respondió Merlín.

"Para crear agua, necesitarás la esencia del rocío de la mañana, la fuerza de una cascada y un poco de la risa de un niño. Sin esas tres cosas, no podrás lograrlo" - aconsejó Tila.

Merlín asintió y se despidió de Tila, agradecido por su ayuda. Su primera misión fue encontrar el rocío de la mañana. Se despertó temprano al amanecer y corrió hacia el jardín mágico donde las flores brillaban bajo la luz del sol. Allí, recogió cuidadosamente el rocío que adornaba los pétalos.

"¡Una parte lista!" - se dijo Merlín mientras sonreía, guardando el rocío en un frasco de vidrio.

A continuación, partió hacia la Montaña de las Cascadas, donde el sonido del agua rebotando contra las rocas era como una melodía. Cuando llegó, quedó maravillado por la belleza de la cascada.

"¡Hola, hermosa cascada! Me gustaría pedirte un poco de tu fuerza para poder crear agua" - dijo Merlín alzando la mirada.

"Solo te daré lo que necesitas si me cuentas un chiste divertido" - respondió la cascada, riendo alegremente.

Merlín pensó un momento y dijo:

"¿Qué le dice un río a otro río? ¡Entre nosotros hay un puente!"

La cascada no pudo contener la risa y dejó que Merlín recogiera un poco de su agua caudalosa en un cubo mágico que siempre estaba lleno y nunca se vaciaba.

"¡Listo!" - gritó Merlín, feliz de haber conseguido la segunda parte.

El último ingrediente, la risa de un niño, era un poco más complicado de encontrar. Merlín decidió que tenía que acudir a la aldea cercana. Se acercó a un grupo de niños que jugaban en el parque.

"¡Hola, pequeños! ¿Podrían ayudarme? Quiero crear agua y necesito escuchar sus risas. ¿Puedo jugar con ustedes?" - les dijo.

Los niños, al ver la blanca barba de Merlín y su vestido colorido, se pusieron a reír. Comenzaron a jugar a las escondidas, a saltar la cuerda y a contarse chistes. La risa llenó el aire y, al instante, Merlín pudo escuchar el sonido mágico que necesitaba. Cogió un poco de esa risa y la guardó en un frasco especial.

"¡Ya los tengo!" - exclamó, emocionado.

"Gracias, niños. Su risa me ayudará a crear agua para todos."

Merlín regresó a su laboratorio y salió a la luz de la luna. Con los tres ingredientes en la mano, comenzó a mezclar. Movía su varita mágica mientras decía:

"Rocío de la mañana, fuerza de la cascada, risa de niño, conviértanse en agua pura y cristalina que brote de la tierra."

De repente, comenzó a brillar una luz intensa. Con un gran estallido, el aire se llenó de vapor y, de la mezcla, brotó un manantial que nunca antes había visto. Agua fresca y brillante fluyó por todos lados, llenando los ríos y lagos vacíos

"¡Lo logré! ¡Lo logré!" - gritó Merlín mientras los animales del bosque venían a beber.

Los habitantes de la aldea, atónitos, se acercaron al manantial y comenzaron a aplaudir.

"¡Gracias, Merlín! ¡Eres un verdadero héroe!" - gritaron todos.

Con el tiempo, el manantial se convirtió en una fuente de alegría para toda la tierra, y Merlín se sintió feliz.

"Recuerden, amigos: a veces la solución a los grandes problemas está en lo más simple. Un poco de risa, la belleza de la naturaleza y la sabiduría de los amigos son todo lo que necesitamos" - enseñó Merlín con una sonrisa.

Y así, de la amistad y la colaboración, Merlín creó no solo agua, sino también un nuevo lazo entre todos los seres vivos del reino. Desde ese día, el alquimista nunca dejó de recordar que el verdadero poder está en los corazones de quienes nos rodean.

FIN.

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