Mery y el tesoro de la fortaleza emocional
Mery era una niña muy especial. Desde que su madre se fue con su otra pareja, ella había tenido que aprender a ser valiente y fuerte.
Era la mayor de sus hermanitos, y aunque solo tenía nueve años, se sentía como si tuviera una responsabilidad enorme. Todos los días se levantaba temprano para preparar el desayuno, ayudar a su hermanito a vestirse y cuidar de su hermanita pequeña.
A pesar de su corta edad, Mery tenía que ocuparse de muchas cosas que normalmente hacían las mamás. A veces sentía que su corazón estaba lleno de tristeza y soledad. Ella extrañaba a su mamá, deseaba que estuviera con ellos para darles cariño y cuidarlos.
Pero sabía que no podía quedarse triste para siempre, pues tenía que ser fuerte por sus hermanitos. Un día, Mery decidió que ya era suficiente de sentirse triste y decidió buscar una solución.
Habló con su abuela, quien le contó sobre un antiguo tesoro escondido en la fortaleza emocional. Una fortaleza que todos llevamos dentro, pero que solo algunos logran descubrir. Mery se puso en marcha, decidida a encontrar ese tesoro que la ayudaría a superar la tristeza y la soledad.
Con la ayuda de sus hermanitos y su abuela, emprendió un viaje lleno de desafíos. Juntos, enfrentaron obstáculos como el miedo, la incertidumbre y la nostalgia. Pero cada vez que superaban un desafío, Mery sentía que su fortaleza emocional crecía un poco más.
Aprendió a valorar el amor y la alegría que había en su vida, descubriendo que su familia era su mayor tesoro.
Poco a poco, Mery entendió que la fortaleza emocional no se trata de no sentir tristeza, sino de saber cómo manejarla y encontrar la alegría en los momentos difíciles. Finalmente, Mery y sus hermanitos lograron encontrar el tesoro en su fortaleza emocional. Era un cofre lleno de amor, valentía y esperanza.
Con ese tesoro, Mery supo que podía enfrentar cualquier desafío que la vida le presentara, y que nunca más se sentiría sola. Además, su mamá vuelvo y les explicó que necesitaba tiempo para resolver sus problemas, agradeció a Mery y la premió por su amor y valentía.
Desde ese día, Mery supo que había descubierto algo valioso que siempre la acompañaría: su propia fortaleza emocional.
FIN.