Messi y las Verduras Mágicas



Era un hermoso día de primavera y en el barrio de La Boca, los chicos estaban emocionados. El gran Lionel Messi había decidido visitar su ciudad natal y organizar un partido de fútbol con los niños del barrio. Todos estaban ansiosos por conocerlo y, por supuesto, por jugar con él.

Los niños se reunieron en la plaza y comenzaron a hacer una fila para participar en el partido. Entre ellos estaba Lucas, un niño muy apasionado por el fútbol, pero que no le gustaban nada las verduras.

"¡Yo quiero jugar con Messi!" - gritaba Lucas mientras hacía malabares con una pelota.

Cuando Messi llegó al lugar, todos los chicos comenzaron a gritar y a correr hacia él. El astro del fútbol sonrió y se agachó para saludar a cada uno.

"Hola chicos, ¿están listos para jugar?" - dijo Messi con su característica simpatía.

"¡Sí! Pero también queremos saber cómo podés ser tan bueno jugando!" - preguntó Sofía, una de las niñas más entusiastas.

"Buena pregunta. Además de entrenar duro, algo muy importante es alimentarse bien. ¡Las verduras son esenciales!" - respondió Messi.

En ese momento, Lucas frunció el ceño. Él no quería escuchar hablar de verduras. Pero Messi, al notar su expresión, decidió hablarle directamente.

"Lucas, sé que no te gustan las verduras, pero quiero contarte algo. Cuando era pequeño como ustedes, a mí tampoco me encantaban. Pero descubrí que me daban la energía que necesitaba para jugar como me gusta. ¿Te gustaría que te muestre cómo son las verduras mágicas?" - le preguntó Messi.

Lucas asintió, aún un poco escéptico.

"¡Perfecto!" - dijo Messi y los llevó a un pequeño jardín que había al lado de la plaza. Allí, un grupo de abuelos cultivaba sus propias verduras.

"Miren, estos son los espinacas, les darán fuerza..." - comenzó a explicar Messi mientras levantaba una hoja verde brillante.

"Y los tomates, llenos de energía y sabor..." - agregó mientras mostraba unos tomates rojos y jugosos.

Los chicos comenzaron a interesarse. Lucas se acercó y tocó una espinaca, aun dudando.

"¿Pero cómo pueden ayudarme en el fútbol?" - preguntó.

"Las verduras son como tus entrenamientos. Te hacen más fuerte, más rápido y más ágil. Y, además, ¡sabían muy bien cuando aprendes a cocinarlas!" - respondió Messi.

Mirando a los otros chicos, Lucas vio que se estaban animando al escuchar a Messi.

"¿Y si jugamos un partido y al final comemos verduras?" - propuso Sofía.

Todos estuvieron de acuerdo y así comenzó el partido. Messi jugaba como los dioses, pero también se aseguraba de animar a los chicos para que dieran lo mejor de sí mismos. A cada pase, a cada gol, les recordaba lo importante que era cuidar su cuerpo si querían seguir jugando fútbol como él.

Al finalizar el partido, todos estaban cansados pero felices. El grupo de abuelos traía una deliciosa ensalada de verduras frescas.

"¡Esto es genial!" - exclamó Lucas mientras miraba la ensalada. "No sabía que las verduras podían ser tan coloridas."

"¿Te animás a probarlas?" - le dijo Messi, sonriendo.

Sin pensarlo dos veces, Lucas tomó un poco de ensalada y lo probó. Su cara se iluminó.

"¡Está riquísima!" - gritó con alegría.

Los demás chicos se unieron a Lucas y comenzaron a probar las diferentes verduras. Luego de ese día, Lucas no solo se convirtió en un mejor jugador de fútbol, sino que también comenzó a comer verduras.

"Gracias, Messi, por enseñarme que las verduras son parte del juego. ¡Ahora soy un campeón en la cancha y en la mesa!" - dijo Lucas, sonriendo.

Desde aquel día, cada vez que pasaba por las verduras en el mercado, Lucas las miraba con cariño, recordando cómo Messi le mostró su magia.

FIN.

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