Mhoana y la Travesía del Arcoíris



En un rincón de un bosque mágico, vivía una pequeña amiga llamada Mhoana. Era una niña curiosa y valiente, siempre lista para la aventura. Un día, mientras exploraba su hermoso hogar, vio un destello de luz brillante entre los árboles.

"- ¿Qué será eso?", se preguntó Mhoana, con sus ojos grandes llenos de asombro. Decidió seguir la luz, y así comenzó su aventura.

Al acercarse, descubrió un arcoíris que parecía surgir de un pequeño pozo. Al asomarse, un duende muy simpático llamado Lucho apareció de entre los colores vibrantes.

"- Hola, Mhoana. Soy Lucho, el guardián del arcoíris. He estado buscando a alguien valiente que me ayude", dijo el duende con una gran sonrisa.

"- ¿Por qué?", preguntó Mhoana intrigada.

"- Los colores del arcoíris se han perdido. Necesito tu ayuda para encontrarlos y restaurar la belleza del bosque", explicó Lucho.

Mhoana se sintió emocionada. "- ¡Claro que sí! Estoy lista para ayudar. ¿Cómo comenzamos?"

Lucho le dio un mapa mágico. "- Este mapa te llevará a diferentes lugares donde los colores podrían estar escondidos. Pero ten cuidado, hay desafíos en el camino."

Con el mapa en mano, Mhoana emprendió su viaje. Su primera parada fue en la montaña de los ecos. Allí, para su sorpresa, se encontró con la Roca Habladora.

"- ¡Hola! ¿Eres tú quien está aquí buscando colores?", preguntó la roca con voz profunda.

"- Sí, Roca Habladora. Estoy en busca del color rojo", respondió Mhoana con determinación.

"- Para conseguir el color rojo, debes resolver un acertijo. Escucha con atención: ¿Qué es lo que siempre corre pero nunca llega a ningún lado?".

Mhoana pensó intensamente. "- ¡El agua!".

"- Correcto! Aquí tienes el color rojo", dijo la Roca Habladora, mientras resplandecía un precioso rojo que se unió a la mochila de Mhoana.

Con una sonrisa, Mhoana continuó su aventura y llegó al Jardín de las Flores Baile. Allí conoció a una flor de colores que bailaba al ritmo del viento.

"- ¡Hola, pequeña viajera! Yo soy Florita, y estoy guardando el color amarillo. Pero para obtenerlo, necesitarás bailar conmigo", dijo la flor con una voz melodiosa.

"- ¡Me encanta bailar!", exclamó Mhoana, y así empezó un baile alegre que hizo reír a Florita.

Cuando terminaron, Florita le entregó el color amarillo, que brillaba como el sol. Mhoana estaba cada vez más cerca de su objetivo.

El siguiente destino era el Lago Espejo, donde se decía que había un pez mágico. Al llegar, notó que el agua era muy clara. Rápidamente encontró al pez dorado.

"- ¡Hola! Soy el pez dorado. He estado esperando que alguien venga a mí. Pero, antes de que te dé el color azul, tienes que compartir algo tuyo", dijo el pez con ojos brillantes.

Mhoana se quedó pensativa. "- Claro, compartiré mi historia de valentía y mis sueños".

El pez sonrió y, después de escucharla, le dio el precioso color azul. "- Con estos colores, ya solo te falta uno más: el verde. Ve a la colina del viento", le indicó.

Agradecida, Mhoana siguió el camino hacia la colina. Allí, se encontró con un anciano sabio llamado Aníbal, quien estaba cuidando un gran árbol.

"- Buenas tardes, Mhoana. He visto tu travesía. Para conseguir el color verde, debes cuidar de algo muy pequeño", dijo Aníbal mientras señalaba una pequeña planta.

"- Claro, ¿qué debo hacer?", preguntó Mhoana con suavidad.

"- Solo debes darle agua y amor", respondió el anciano.

Mhoana se arrodilló, le dio agua a la planta y le habló con dulzura. Días después, la planta floreció en un hermoso verde vibrante y le entregó a Mhoana el color que le faltaba.

"- Lo hemos logrado, Mhoana. Ahora podemos devolver los colores al arcoíris", dijo Lucho al reunirse con ella.

Mhoana mezcló los colores en el pozo mágico mientras Lucho la miraba emocionado. De repente, un brillante arcoíris apareció en el cielo, llenando el bosque de luz y alegría.

"- ¡Lo logramos! Gracias por tu valentía y dedicación", le dijo Lucho, dándole un abrazo.

Mhoana sonrió, sabiendo que había aprendido la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y el poder de compartir. Desde ese día, cada vez que miraba el arcoíris, recordaba su gran aventura y se sentía feliz de haber hepado un camino colorido hacia una nueva amistad.

Y así, Mhoana y Lucho se convirtieron en grandes amigos, siempre listos para una nueva aventura, recordando que juntos todo es posible.

FIN.

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