Mi amigo Juan y la aventura del bosque mágico



Era un día soleado en el barrio de San Julián cuando Manuel decidió salir a jugar al parque. Al llegar, se encontró con su mejor amigo, Juan, que estaba sentado en una banca, dibujando con mucha concentración.

"¡Hola, Juan!" - saludó Manuel con una sonrisa.

"¡Hola, Manuel! Estaba dibujando un dragón que vive en un bosque mágico. ¿Te gustaría venir a explorarlo conmigo?" - respondió Juan emocionado.

Manuel, sorprendido, contestó:

"¡Claro que sí! Pero... ¿dónde queda ese bosque?"

Juan se quedó pensativo y luego dijo:

"Creo que está detrás de la casa del señor Alberto, el que tiene el jardín de flores gigantes. Vamos a mirar allí."

Así que los dos amigos fueron hacia la casa del señor Alberto, que siempre los recibía con dulces de su huerto.

"¡Hola, señor Alberto!" - gritaron al unísono.

"Hola, chicos. ¿Qué aventura los trae por aquí?" - replied el señor Alberto, sonriendo.

Juan le contó sobre el bosque mágico y lo que había dibujado. El señor Alberto, intrigado, les dijo:

"Si realmente buscan un bosque mágico, necesitan ser valientes y estar listos para aprender algo nuevo. A veces, lo que más buscamos está a la vuelta de la esquina. ¡Buena suerte!"

Así que los chicos se dirigieron hacia el fondo del jardín del señor Alberto, donde se encontraba una pequeña puerta cubierta de enredaderas.

"¿Te imaginas que sea la entrada al bosque mágico?" - preguntó Manuel.

"¡Vamos a averiguarlo!" - exclamó Juan con valentía.

Al abrir la puerta, encontraron un sendero bordeado de árboles altos y flores de colores brillantes. Poco a poco el aire se llenó de sonidos maravillosos: cantos de pájaros, susurros del viento y risas lejanas.

"Esto es increíble, Juan. ¡Mirá esas mariposas!" - señaló Manuel.

"Y esos árboles. Parecen dos gigantes cuidando el bosque" - agregó Juan.

Mientras caminaban, de repente se encontraron con un grupo de animales que parecían estar discutiendo. Había un conejo, un ciervo y un búho.

"¡Hola, amigos!" - saludaron Juan y Manuel al unísono.

"¡Hola! Ayúdennos, por favor. ¡Este es un día muy complicado para nosotros!" - dijo el conejo, con una voz temblorosa.

"¿Qué sucede?" - preguntó Juan, intrigado.

"Estamos tratando de decidir qué árbol es el más adecuado para construir nuestro nuevo hogar, pero no logramos ponernos de acuerdo. Cada uno quiere un árbol diferente y nos hemos quedado atascados en nuestra discusión" - explicó el ciervo.

"Pero nos gustaría escuchar su opinión. Tal vez ustedes nos puedan ayudar" - añadió el búho, que parecía muy sabio.

Los chicos se miraron y se dieron cuenta de que tenían la oportunidad de ser verdaderos amigos ayudando a los demás.

"Podríamos hacer una lista de las ventajas de cada árbol" - sugirió Manuel.

"Eso suena genial. Vamos a evaluar cada uno" - agregó Juan.

Así que, juntos, exploraron cada árbol y anotaron cosas como: la sombra que daban, la seguridad y el espacio que ofrecían. Después de discutir, llegaron a un consenso sobre uno que era perfecto para todos.

"¡El árbol del jardín!" - exclamó el conejo.

"¡Sí, porque está cerca de la fuente y tiene ramas fuertes!" - dijo el ciervo.

"¡Y hay muchas flores cerca para decorarlo!" - agregó el búho emocionado.

"¿Quieren que los ayudemos a construir sus nuevos hogares?" - preguntó Juan.

"¡Sí! Sería genial tener más amigos para ayudarnos en esto" - respondió el conejo.

Y así, junto con los animales, Manuel y Juan pasaron la tarde construyendo y decorando el nuevo hogar en el árbol elegido. Se reían y compartían ideas, y aprendieron que trabajar en equipo hace que las cosas sean más sencillas y divertidas.

Al caer el sol, los animales les agradecieron.

"Ustedes son los mejores amigos que hemos tenido, ¡gracias!" - dijo el búho.

"Siempre se necesita un amigo para superar los obstáculos" - agregó el conejo.

Manuel y Juan se despidieron, prometiendo volver al bosque mágico muy pronto. Al regresar a casa, se sintieron felices, no solo por la aventura que habían tenido, sino porque habían aprendido el valor de la colaboración y la amistad.

"Hoy fue un gran día, ¿no?" - dijo Manuel mientras caminaban.

"Sí, el bosque mágico es más que solo árboles y animales. Es un lugar donde los amigos se ayudan entre sí" - respondió Juan.

Y así, Manuel y Juan regresaron a casa, sabiendo que siempre podrían contar el uno con el otro para vivir nuevas aventuras.

FIN.

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