Mi Chile Lindo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Verdulandia, un niño llamado Tico que tenía una gran pasión: cultivar chiles. Tico vivía con su madre, una jardinera experta que le enseñó todo sobre las plantas. Un día, Tico decidió que quería cultivar el chile más lindo y delicioso del mundo.
-Tico, ¿estás listo para sembrar tus chiles? -preguntó su madre con una sonrisa.
-Sí, mamá. Este año voy a hacer el mejor cultivo de todos -respondió Tico con mucha ilusión.
Con su pequeño sembrador y una bolsa llena de semillas de chile, Tico comenzó su aventura en el jardín. Plantó una fila de semillas y, todos los días, las regaba y les hablaba, como le había enseñado su madre.
Un día, mientras cuidaba sus plantas, Tico se encontró con una niña que nunca había visto antes. Se llamaba Lila, y tenía una energía contagiosa.
-Hola, Tico. ¿Qué estás haciendo? -preguntó Lila mientras se acercaba al jardín.
-Estoy cultivando chiles. Cuando crezcan, van a ser los más lindos del mundo -respondió él con orgullo.
-¿Puedo ayudarte? -preguntó Lila.
-¡Claro! Cuantas más manos, mejor. -Tico estaba encantado de tener compañía.
Lila y Tico comenzaron a trabajar juntos en el jardín. Se reían, jugaban y, sobre todo, aprendían. Sin embargo, un día Tico notó que algunas de sus plantas se estaban marchitando. Desesperado, le preguntó a su madre.
-Mamá, mis chiles se están poniendo tristes. ¿Qué puedo hacer? -clamó Tico angustiado.
-Mira, hijo. Las plantas necesitan amor, pero también cuidados. Revisa la tierra, quizás necesiten más nutrientes o agua -le sugirió su madre.
Tico recordó lo que le había enseñado su madre y comenzó a investigar. Junto a Lila, decidieron hacer un abono natural con restos de frutas y verduras. Tico empezó a aplicar lo aprendido y, poco a poco, las plantas comenzaron a revivir.
-Mira, Tico, parece que nuestros chiles están mejorando -dijo Lila emocionada.
-Sí, Lila, ¡juntos podemos hacer que el mundo sea más lindo! -aseguró Tico mientras sonreía.
En el camino, Lila sugirió que, además de crear el mejor chile, también podían organizar una fiesta para compartir su cosecha con el pueblo.
-¡Eso es una gran idea! Entonces, trabajaremos doble para que todos puedan probarlos -exclamó Tico.
Los días pasaron, y el patio de Tico se llenó de flores y chiles hermosos. Cuando llegó el día de la fiesta, todos en Verdulandia estaban emocionados por degustar los chiles.
Durante la celebración, Lila y Tico presentaron sus chiles a los vecinos.
-¡Prueben nuestros chiles! ¡Fueron cuidados con mucha dedicación! -anunció Tico alzando un plato cargado.
La gente comenzó a probar y aplaudió con entusiasmo.
-Estos chiles son los más ricos que he comido. ¡Felicidades, chicos! -gritó Don Ramón, el más viejo del pueblo.
Luego de la fiesta, Tico y Lila se sentaron bajo un árbol a mirar las estrellas.
-¿Sabes, Tico? Creo que lo más lindo de todo esto no son solo los chiles, sino que logramos hacerlo juntos. -Dijo Lila, mientras una estrella fugaz cruzaba el cielo.
-Sí, Lila. Aprendí que el amor y la amistad son ingredientes esenciales en cualquier proyecto. -respondió Tico mirando el cielo.
Desde ese día, Tico y Lila siguieron cultivando en el jardín, pero también enseñaron a otros niños en Verdulandia sobre el arte de cultivar y la importancia de trabajar juntos. Nunca olvidaron el mágico día en que descubrieron que no solo eran chiles lo que cultivaban, sino también amistad y alegría. Y así, el jardín de Tico se convirtió en un símbolo de la comunidad: un lugar donde todos podían venir, aprender y disfrutar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.