Mi cuerpo es mío
Había una vez un niño llamado Andrés que tenía un secreto. A él le gustaba jugar con su pipi, pero no sabía si eso era algo malo o bueno.
Un día en la escuela, mientras jugaba con sus amigos, uno de ellos lo vio y empezó a reírse. Andrés se sintió muy avergonzado y triste al mismo tiempo. No entendía por qué su amigo se burlaba de él.
Esa noche, antes de dormir, Andrés le contó a su mamá lo que había pasado en la escuela. Ella lo abrazó y le dijo: "Andrés, es normal que quieras conocer tu cuerpo y explorarlo. Pero debes hacerlo en privado".
Andrés asintió con la cabeza y se sintió mejor después de hablar con su mamá. Al día siguiente en la escuela, cuando sus amigos volvieron a burlarse de él, Andrés les respondió: "No hay nada malo en querer conocer tu propio cuerpo".
Sus amigos se quedaron callados por un momento y luego dijeron: "Tienes razón". Desde ese día, Andrés aprendió que no debía tener vergüenza de querer explorar su propio cuerpo. Lo importante era hacerlo en privado y entender que era algo natural.
Con el tiempo, Andrés creció felizmente sabiendo que podía ser curioso acerca de sí mismo sin sentirse mal por ello.
FIN.