Mi Cuerpo, Mi Tesoro



En una ciudad muy lejana, vivía un niño llamado Lucas. Lucas era un niño muy especial, ya que desde pequeño entendió lo importante que es cuidar su cuerpo. Su mamá siempre le repetía: “Lucas, tu cuerpo es tuyo, y nadie más tiene derecho a tocártelo sin tu permiso. Es tu tesoro, y es importante que lo cuides.” Lucas, con el apoyo y el amor de su mamá, aprendió a cuidar su cuerpo de la mejor manera. Lavarse las manos siempre, antes de comer y después de ir al baño, se convirtió en una rutina para él. Lucas sabía que esto lo protegería de muchas enfermedades.

Además, Lucas comprendía que comer saludable era vital para mantener su cuerpo fuerte y sano. Así que siempre se aseguraba de incluir frutas, verduras y mucha agua en su dieta. Su mamá siempre le decía: “Lucas, una buena alimentación es el combustible que tu cuerpo necesita para funcionar correctamente”. Y él asentía con una sonrisa, entendiendo la importancia de estas palabras.

Otro aspecto fundamental para Lucas era descansar lo suficiente. Por eso, procuraba dormir temprano todas las noches, sabiendo que el sueño era fundamental para su crecimiento y para que su cuerpo se recuperara del ajetreo diario.

Por supuesto, el bañarse a diario y el cepillado diario no podían faltar en la rutina de Lucas. Para él, era importante mantener su cuerpo limpio y su sonrisa radiante. Además, sabía que esto también ayudaba a prevenir enfermedades y a mantenerse saludable.

Pero eso no era todo, Lucas también disfrutaba haciendo ejercicio. Salir a jugar al aire libre, montar en bicicleta, correr y saltar le brindaban mucha alegría y vitalidad. Siempre se aseguraba de mantener su cuerpo en movimiento, sabiendo que esto era fundamental para mantenerse sano y fuerte.

Un día, mientras jugaba en el parque, se encontró con un niño que se veía triste. Se acercó a él y le preguntó qué le pasaba. El niño, con voz temblorosa, le contó que una persona mayor lo había tocado de manera inapropiada y él no sabía qué hacer. Lucas, sin dudarlo, recordó las palabras de su mamá: “Tu cuerpo es tuyo, y nadie más tiene derecho a tocártelo sin tu permiso. Es tu tesoro, y es importante que lo cuides.” Con firmeza, le dijo al niño: “Debes contárselo a un adulto de confianza, ellos sabrán cómo ayudarte. Nadie tiene derecho a lastimar tu tesoro.” El niño siguió el consejo de Lucas y encontró el apoyo que necesitaba.

La historia de Lucas recuerda la importancia de cuidar nuestro cuerpo, no solo a través de las prácticas de higiene y salud, sino también protegiéndolo de cualquier tipo de abuso. Cada niño tiene el derecho de sentirse seguro y protegido, y de entender que su cuerpo es su tesoro, y que nadie tiene derecho a tocarlo sin su consentimiento.

FIN.

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