Mi Gran Chile
Había una vez, en un pequeño pueblo argentino llamado Sabrosito, un niño llamado Facundo. Facundo era conocido por su gran pasión por la jardinería. Tenía un pequeño jardín en su casa donde cultivaba todo tipo de verduras y frutas. Pero había algo que lo hacía especial: ¡un chile gigante que había crecido en su jardín!
El chile era tan grande que Facundo decidió llamarlo "Súper Chile". Era de un rojo brillante y tenía un brillo que llamaba la atención de todos en el pueblo. Cada vez que Facundo iba al mercado con su chile, la gente se detenía a admirarlo.
"¡Mirá ese chile! Es el más grande que vi en mi vida!" - exclamaba doña Rosa, la tendera del pueblo.
"¿Cómo hiciste para que crezca tanto?" - preguntaban los otros niños.
"¡Con mucho amor y cuidado!" - respondía Facundo, orgulloso de su jardín.
Un día, el alcalde del pueblo, don Hugo, se acercó a Facundo.
"Facundo, he tenido una idea. Este fin de semana se celebrará el concurso de horticultura. Deberías inscribir a tu Súper Chile. Podría ganar el primer premio" - dijo don Hugo, con una sonrisa.
Facundo se emocionó. ¡Era su oportunidad de mostrar su trabajo duro!"Sí, lo haré! Gracias, don Hugo" - contestó, saltando de alegría.
Los días pasaron y Facundo se preparó para el concurso. Cuidaba su chile cada día, lo regaba y le hablaba como si fuera un amigo. Sin embargo, a medida que se acercaba el gran día, una inesperada tormenta se desató sobre Sabrosito, y el viento comenzó a soplar fuertemente. ¡Facundo miraba preocupado cómo su querido chile se movía de un lado a otro!"No, no, no... no dejes que te lleve el viento, Súper Chile!" - gritaba Facundo, corriendo hacia su jardín bajo la lluvia.
A la mañana siguiente, el sol brillaba de nuevo, pero ¡oh no! El gran chile había caído al suelo y parecía estar un poco dañado. Facundo se preocupó y pensó que tal vez no había trabajado lo suficiente. Pero, ¿qué podría hacer ahora?
Entonces recordó las palabras de su abuelo.
"Facundo, cada planta necesita amor y cuidados, pero lo más importante es no rendirse. Si algo sale mal, siempre hay una manera de arreglarlo" - le decía su abuelo.
Con renovada determinación, Facundo decidió hacer que su chile estuviera lo mejor posible para el concurso. Lo limpió, reparó las hojas rotas y lo reacomodó, haciéndolo lucir aún más espectacular.
El día del concurso llegó, y todos los habitantes de Sabrosito estaban allí, ansiosos por ver las hortalizas y frutas que la gente había cultivado. Finalmente, llegó el turno de Facundo. Subió al escenario con su chile.
"Este es mi Súper Chile. Aunque la tormenta fue dura, no dejé que eso me desanimara. Aprendí que de los desafíos siempre podemos sacar una lección" - dijo Facundo con voz firme.
La multitud aplaudió, y el jurado lo miró con admiración.
"¡Qué mensaje tan valioso!" - comentó una de las juezas.
El concurso terminó y, al final, Facundo ganó el primer premio.
"¡Felicitaciones, Facundo! Tu esfuerzo y dedicación son inspiradores" - dijo don Hugo, mientras le entregaba una medalla.
Facundo sonrió y miró a su Súper Chile. Había aprendido que no importa cuántos obstáculos se presenten, siempre se puede encontrar una solución si se pone amor y esfuerzo. Desde ese día, no solo se convirtió en el niño del chile gigante, sino también en un gran ejemplo de perseverancia para todos en el pueblo.
Y así, Facundo y su Súper Chile vivieron felices, compartiendo su historia para inspirar a otros a no rendirse ante las adversidades de la vida. Y cada vez que alguien se preguntaba sobre el gran chile, Facundo sonreía y decía:
"Si realmente deseas que algo crezca, dale amor, cuídalo y nunca dejes de soñar."
FIN.