Mi gran Chile



En un pequeño pueblo de Argentina, Sofía y Tomás eran dos amigos inseparables. Juntos pasaban horas explorando el bosque detrás de la casa de Sofía, llenando sus días de aventuras e imaginación. Un día, mientras buscaban tesoros entre arbustos y piedras, Tomás encontró un viejo mapa escondido dentro de una botella de vidrio.

"¿Qué hay en el mapa?" - preguntó Sofía, con los ojos brillantes de curiosidad.

"Parece un mapa antiguo de Chile. Los símbolos son extraños. ¡Deberíamos seguirlo!" - respondió Tomás, con entusiasmo.

Los dos amigos no dudaron un instante. Con una mochila llena de provisiones, se despidieron de sus familias y partieron en busca de la gran aventura que les esperaba. El mapa los llevó a la frontera con Chile y, sorpresivamente, tuvo el poder de abrir un portal mágico que los transportó a un mundo lleno de maravillas.

Al llegar, se encontraron en medio de un enorme campo de flores de mil colores y árboles que hablaban con sus hojas al viento.

"¡Mirá, Sofía! ¿Escuchás eso?" - dijo Tomás, emocionado.

"¡Sí! Parece que los árboles están contando historias. Vamos a escucharlos" - sugirió Sofía, obligándolo a seguirla.

Se acercaron y descubrieron que los árboles narraban las leyendas de diversos pueblos originarios de Chile.

"Soy el árbol de la vida, y puedo contarles sobre la importancia de cuidar nuestra tierra" - dijo uno de ellos. "Cada hoja, cada raíz, todo tiene su propósito. Cuando cuidamos la naturaleza, también cuidamos de nosotros mismos".

Sofía y Tomás se miraron, comprendiendo que su aventura podía enseñarles a ser responsables con el medio ambiente.

Continuaron su viaje y llegaron a un valle donde se celebraba un festival.

"¡Mirá, están bailando!" - exclamó Sofía, fascinada por los colores y ritmos.

"Se ve divertido. ¡Vamos a unirnos!" - propuso Tomás, tomando la mano de Sofía y corriendo hacia el grupo.

Aprendieron a bailar una danza folclórica y a disfrutar de la rica comida local, ahí conocieron a una anciana que parecía tener mucha sabiduría.

"¿Qué les trae por aquí, pequeños?" - preguntó la anciana.

"Estamos en una aventura, siguiendo este mapa que encontramos" - contestó Sofía.

"Los mapas pueden llevarlos físicamente a lugares, pero el verdadero viaje se encuentra en el corazón y el aprendizaje que traen consigo" - dijo la anciana, mirando con ternura a los niños.

Luego de un día lleno de alegría y risas, en la noche, se dieron cuenta de que el sol comenzaba a ocultarse y debían seguir adelante. Tomás noto que el mapa se iluminaba.

"¡Mirá! El mapa parece guiarnos hacia un nuevo lugar. ¿A dónde nos llevará ahora?" - preguntó, emocionado.

"Tal vez a la montaña más alta de Chile, el Ojos del Salado" - respondió Sofía, soñadora. "Podríamos ver el mundo desde la cima".

Sin pensarlo más, empezaron a escalar la montaña. Durante el camino, encontraron muchos obstáculos. Se cruzaron con un río caudaloso y una tormenta repentina les dio un susto. Pero juntos, se apoyaron mutuamente.

"¡No tengo miedo, mientras estemos juntos!" - dijo Tomás, con valentía.

Finalmente, llegaron a la cima, donde encontraron una cumbre cubierta de nieve. La vista que tenían frente a ellos era impresionante: el horizonte se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

"Nunca había visto algo tan hermoso. ¡Esto vale la pena!" - exclamó Sofía, sintiendo una gran felicidad.

Tomás sonrió, comprendiendo que su verdadera aventura había sido el viaje en sí, los amigos que habían hecho y los lecciones aprendidas.

Al regresar a su hogar a través del portal, prometieron no solo guardar el mapa, sino también las enseñanzas que habían llevado en su corazón.

"Siempre recordaremos lo que aprendimos: la importancia de cuidar nuestro entorno y de mantener viva la amistad" - concluyó Sofía.

Y así, Sofía y Tomás se convirtieron en grandes guardianes del medio ambiente, contando su historia a todos en su pueblo y enseñando a otros a cuidar la tierra como lo hicieron en su gran aventura por Chile.

FIN.

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