Mi gran país



En un rincón del mundo, había un país mágico llamado Arcoíris, donde cada color del arcoíris representaba una virtud importante. El rojo simbolizaba la valentía, el azul la sabiduría, el amarillo la alegría, el verde la amistad, el naranja la creatividad y el violeta la paz. En Arcoíris vivía una niña curiosa llamada Lila, que soñaba con recorrer todo su país y descubrir lo que cada color significaba.

Un día, Lila decidió partir en su aventura. Se despidió de su maestra, la señora Rosa, quien siempre decía:

"Recuerda, Lila, lo más importante es compartir tus experiencias con los demás."

Emocionada, Lila empezó su viaje visitando el Valle Rojo, donde conoció a un valiente caballero llamado Maximiliano.

"¡Hola, Lila! He estado esperando a alguien corajudo como tú. ¿Te gustaría unirte a mí en una búsqueda?"

"¿Qué debemos buscar?" preguntó Lila.

"Una piedra mágica que da poder a los valientes. Vamos juntos."

Lila aceptó, y juntos atravesaron el valle enfrentando desafíos que les exigían demostrar su valentía. Al encontrar la piedra, un dragón apareció de la nada.

"¡Soy el dragón guardián de la piedra! Solo el verdadero valiente puede derrotarme."

Lila, temerosa, recordó las palabras de su maestra y decidió usar su ingenio.

"¡Oh, dragón! ¿No prefieres contarme tu historia antes de pelear? Tal vez podamos ser amigos."

Juntos compartieron historias, y el dragón, conmovido, les dejó la piedra. Lila entendió que la valentía puede ser enfrentarse a lo desconocido con un acto de amor.

Luego, se dirigieron al Lago Azul, donde se encontraba la sabia tortuga Tula.

"¡Hola, Lila y Maximiliano! ¿Están aquí para aprender sobre la sabiduría?"

"¡Sí!" respondieron al unísono.

Tula les mostró cómo el conocimiento no solo se obtiene de los libros. Los llevó a aprender de la naturaleza.

"Recuerden, a menudo la mejor sabiduría está a nuestro alrededor. Debemos escuchar a los árboles, las aves..."

Lila entendió la importancia de aprender de cada experiencia. Cuando se despidieron, Tula le regaló una concha azul.

El siguiente destino fue el Bosque Amarillo, donde conocieron a un grupo de niños que jugaban y reían.

"¡Hola! ¿Quieren unirse a nosotros? Aquí, la alegría nunca falta."

Maximiliano dudó, pero Lila sonrió al ver la diversión.

"¡Vamos! La alegría también es parte de nuestro viaje."

Jugaron a hacer una cuerda larga para crear un puente de risas que los llevara hasta un árbol gigante. En ese momento, Lila comprendió que la alegría se multiplica al compartir, y así se unieron en una gran danza.

Después de un día lleno de risas, decidieron ir al Jardín Verde para aprender sobre la amistad.

Allí conocieron a dos zorros, Amigo y Amiga, que siempre estaban juntos y compartían todo.

"La verdadera amistad significa compartir tus pensamientos y emociones. ¿Quieren probar?" les preguntó Amiga.

Lila, intrigada, decidió contarle a los zorros sobre su aventura.

"A veces tengo miedo, pero también tengo amigos como ustedes y Maximiliano que me apoyan."

Al atardecer, los zorros les dieron un regalo, una pequeña planta que representaba su nueva amistad.

"¡Cuéntenle a la planta todas sus experiencias! Crecerá con sus historias."

Lila se dio cuenta de que cada amigo suma colores a su vida.

Ya cerca de la tarde, partieron al País Naranja, donde vivía una artista llamada Valeria.

"¡Bienvenidos! Aquí la creatividad es la reina. ¿Quieren ayudarme a pintar?"

Lila y Maximiliano empezaron a darle color a un muro gris, inspirándose en sus aventuras.

"Cada color que elijo cuenta un pedacito de mi historia. ¿Y ustedes?" dijo Valeria.

"Elegí el color rojo, por la valentía del dragón, y el azul por la sabiduría de Tula."

Así, Lila y Maximiliano comprendieron que la creatividad florece a partir de lo que vivimos, uniendo todas sus experiencias en un solo lienzo.

Finalmente, llegaron al Jardín Violeta, donde un anciano llamado Don Pablo les enseñó sobre la paz.

"La paz inicia en nuestros corazones. ¿Cómo se sienten después de estas aventuras?"

"¡Feliz!" dijeron al unísono.

"Cuando compartimos esos momentos, sembramos paz en nuestro país. Debemos cuidar y valorar cada color que hemos aprendido."

Con el corazón lleno de colores, Lila y Maximiliano decidieron regresar a casa. En la escuela, Lila compartió sus experiencias contándole a sus compañeros sobre la valentía, la sabiduría, la alegría, la amistad, la creatividad y la paz.

"Cada uno de nosotros tiene la capacidad de crear un país lleno de colores, lleno de virtudes. ¡Juntos podemos hacer de Arcoíris un lugar aún más bello!"

Los niños aplaudieron, entusiasmados por crear un jardín de colores en su escuela, donde cada una de sus virtudes florecería.

Y así, Lila no solo descubrió cada rincón de su mágico país, sino que sembró en todos la inspiradora idea de que un gran país se construye con amor, amistad y muchas historias que contar.

Desde entonces, cada vez que los habitantes de Arcoíris se encontraban, recordaban que no solo vivían en un país mágico, sino que cada uno era el protagonista de su propia historia de colores.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!