Mi Niña Dormilona



Había una vez, en un pintoresco pueblito llamado Sueñolandia, una pequeña niña llamada Lila que adoraba dormir. Lila tenía un don especial: podía dormir durante horas y horas, y en sus sueños vivía aventuras increíbles. Sin embargo, en su vida diaria, a veces se perdía muchas cosas divertidas porque siempre se estaba quedando dormida.

Un día, mientras Lila soñaba que volaba sobre un arcoíris, su madre, la señora Celeste, la despertó suavemente.

"Lila, querida, es hora de despertar. El mercado de las maravillas está por comenzar y no te lo querrás perder."

Pero Lila, medio dormida, respondió:

"¡Cinco minutos más, por favor, mamá! Solo un instante más en este sueño mágico."

Su madre, con una sonrisa comprensiva, decidió dejarla dormir un poco más. Pero cuando finalmente se despertó, ya era tarde.

Cuando Lila llegó al mercado, la mayoría de los colores estaban desapareciendo y los vendedores estaban guardando sus cosas. Lila se sintió triste porque no pudo experimentar la magia del mercado.

"¿Qué pasó, Lila?" le preguntó su mejor amigo, Simón, que había estado esperándola. "No quería perderme la presentación de los magos."

"Lo sé, Simón. Pero me quedé dormida..." respondió Lila, con un suspiro.

Simón decidió ayudar a Lila a no perderse más momentos. "Te haré una lista de cosas divertidas que debemos hacer, y así no podrás olvidarte."

A la mañana siguiente, Simón llegó con un gran cartel que decía "La Lista de Aventura de Lila". Los dos pasaron las horas escribiendo todo lo que querían hacer y a qué hora debían levantarse.

Pero al siguiente día, Lila volvió a quedarse dormida, y esta vez, completamente dormida. Cuando Simón llegó a su casa, no pudo despertarla. Así que tuvo una idea: fue a buscar la ayuda de los animales del barrio.

"¡Pajaritos! Necesito su ayuda. Lila se está perdiendo muchas aventuras. ¿Pueden hacer algo?" dijo Simón.

Los pajaritos, siempre alegres, comenzaron a cantar a todo pulmón.

"¡Despierta, Lila! La aventura te está llamando."

Sin embargo, Lila no se despertó. Así que los pajaritos llamaron a la tortuga Tina, que compartía un secreto.

"Yo tengo una idea. Lila ama las flores. Entonces, podemos llenar su cama de flores para que despierte."

Así lo hicieron, llenaron su habitación con coloridas margaritas y amapolas. Al despertar, Lila se quedó maravillada con los colores.

"¡Wow! ¡Me encantan las flores! ¿Qué hacen aquí?"

Cuando vio a sus amigos, preguntó:

"¿Por qué no me despertaron antes?"

"Te estábamos esperando, pero no pensábamos que te gustaría despertarte así, así que armamos un plan para hacerte más divertido el despertar", dijo Simón, riendo.

Lila se dio cuenta de que sus amigos estaban preocupados por ella. Por eso, decidió que era hora de comprometerse con sus aventuras.

"A partir de ahora, haré un esfuerzo por levantarme a tiempo. ¡Quiero vivir todas estas experiencias!"

Desde ese día, Lila empezó a escuchar lo que sus amigos decían y poco a poco se fue levantando temprano. Juntos exploraron los rincones del pueblo, conocieron a un mago que les enseñó trucos, hicieron una obra de teatro y hasta aprendieron a bailar entre risas.

Pero una tarde, Lila se sintió tan cansada que, sin querer, se quedó dormida en la tarde. Mientras soñaba que estaba en una gran fiesta llena de luces y música, su grupo de amigos, en vez de despertarla, decidió unirse a su sueño. Se pusieron a bailar en el mundo de los sueños y disfrutaron de una gran fiesta que nunca había tenido fin.

Cuando Lila despertó, se dio cuenta de que el mundo a veces también necesita de su tiempo de sueño y descanso. Podía disfrutar de sus aventuras, pero también tenía derecho a soñar.

"Gracias, amigos. Ahora sé que descansar es igual de importante que jugar. Y prometo no perderme más experiencias, ni de día ni de noche."

Los amigos aplaudieron emocionados y comprendieron que el equilibrio entre jugar y descansar era esencial. A partir de ese día, Lila nunca más se perdió de nada. Siempre buscando aventuras, sin dejar de soñar. Y prometió que cada tanto se quedaría a dormir... pero solo si tenía flores de compañía.

Y así, en Sueñolandia, los sueños y las aventuras de Lila y sus amigos se hicieron inseparables, y vivieron felices rodeados de risas y colores.

FIN.

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