Mi Primer Día de Escuela



Era un hermoso día soleado, y Sofía estaba muy emocionada porque era su primer día de escuela. Se despertó a las seis de la mañana, se vistió con su vestido favorito de flores y se puso su mochila cargada de útiles. El desayuno estaba en la mesa y su mamá la animó.

"¡Hoy es un día especial, Sofía! Vas a conocer nuevos amigos y aprender cosas increíbles", le dijo su mamá con una sonrisa.

Sofía asintió con la cabeza, aunque sentía un poquito de miedo en el estómago. Cuando llegó a la escuela, se encontró con un grupo de niños jugando en el patio. Miró un momento desde lejos; el juego estaba lleno de risas y gritos. Decidió acercarse tres pasos y levantó la mano.

"Hola, soy Sofía, ¿puedo jugar con ustedes?", preguntó tímidamente.

Un niño de pelo rizado la miró y sonrió.

"¡Claro! Soy Lucas. Vamos a jugar a la pelota", dijo.

Sofía se unió al juego y, de a poco, se fue sintiendo más cómoda. Pero luego sonó la campana y todos corrieron hacia el aula. Sofía, ahora un poco confundida, no sabía si seguir a los demás o quedarse en el patio.

Entonces, una niña de cabello trenzado se acercó y le tomó de la mano.

"Ven, es hora de clase. No te preocupes, siempre es divertido aprender con nuestros amigos", le dijo la niña. Su nombre era Valentina.

En el aula, la maestra, la señora Clara, les dio la bienvenida.

"Hola a todos, hoy vamos a hacer una actividad muy especial. Quiero que se presenten y nos cuenten algo que les gusta", dijo la señora Clara con voz amable.

Sofía sintió un nudo en la garganta.

"Me gusta pintar", dijo Sofía en voz baja. Pero nadie la escuchó, ya que estaban todos hablando.

La señora Clara notó que Sofía parecía nerviosa y dijo:

"Sofía, ¿quieres contarnos más sobre lo que te gusta?"

Sofía levantó la mirada y vio a todos los niños mirándola, así que decidió ser valiente.

"Me gusta pintar y dibujar paisajes y flores", exclamó más fuerte.

Los niños aplaudieron.

"¡Qué lindo! Yo también pinto a veces", dijo Lucas.

"A mí me gusta jugar al fútbol", agregó otro niño, Tomás.

De repente, Sofía se dio cuenta de que todos tenían intereses diferentes, y eso era genial. Comenzaron a hacer un mural en el aula donde cada uno podía pintar lo que más le gustaba, y Sofía se sintió muy feliz.

Mientras pintaban, la vuelta a la charla permitía compartir risas y anécdotas. Sin embargo, después de un rato, se dieron cuenta de que habían olvidado el tiempo y se estaban quedando sin espacio para pintar.

"¡Oh no! Tenemos que organizarnos mejor para no quedarnos sin espacio", dijo Sofía.

La señora Clara los escuchó y sonrió.

"¿Y qué proponen, amigos?", preguntó.

Después de discutirlo un rato, decidieron hacer un espacio en el mural para que todos pudieran participar. Entonces, cada uno eligió una parte del mural para continuar su obra, generando un trabajo en equipo.

Al finalizar el día, la señorita Clara mostró el mural completo.

"Esto es el reflejo de cada uno de ustedes. Lo que hacen juntos es siempre más bonito que cuando están solos", dijo la maestra.

Sofía se sintió orgullosa de haber participado y de ver a sus nuevos amigos crear algo especial juntos.

Cuando el timbre sonó, Sofía salió al patio y fue a buscar a su mamá. Al verla, no pudo contener su emoción.

"¡Mamá! Hoy fue increíble, conocí a amigos, pinté un mural, y hasta ayudamos a organizarnos mejor. ¡Quiero volver mañana!", exclamó Sofía con una gran sonrisa.

La mamá le devolvió la sonrisa y la abrazó.

"Me alegra mucho, Sofía. Vamos a seguir descubriendo juntos este camino", dijo su mamá mientras se dirigían a casa.

Sofía sabía que su primer día de escuela había sido el inicio de muchas aventuras, aprendizajes y maravillosas amistades.

FIN.

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