Mi Primer Día en la Escuela
Era un día soleado cuando Lauti se despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo. Era su primer día de escuela y todo le parecía nuevo y desconocido. Mientras se vestía, su mamá le dijo:
"Recordá que siempre hay algo interesante por descubrir."
Lauti asintió, pero su estómago seguía dando vuelcos. Cuando llegó al patio de la escuela, vio un montón de niños corriendo y riendo. A lo lejos, una nena pasó y se cayó, haciendo un ruido sordo.
"¿Estás bien?" - preguntó Lauti, acercándose a ella.
"Sí, solo me raspé un poquito. Soy Sofía. ¿Y vos?" - respondió la nena, mientras se limpiaba las manos.
"Soy Lauti, y es mi primer día. Estoy un poco nervioso." - confesó.
"No te preocupes. A mí también me pasó. Después, es muy divertido. Vamos a jugar juntos."
Decidieron unirse a un grupo que jugaba a la pelota. Mientras pasaban las horas, Lauti se dio cuenta de que el nerviosismo empezaba a desaparecer. Pero, cuando la maestra, la señorita Rita, los reunió para hablar de las reglas, Lauti sintió un nuevo nudo en la panza.
"Hola chicos, bienvenidos. Espero que hoy comiencen a aprender cosas maravillosas. Recuerden que aquí todos somos amigos. La educación es como una aventura."
"¿Una aventura?" - se preguntó Lauti, intrigado.
Durante la primera actividad, la señorita Rita les pidió que se presentaran. Lauti escuchó a sus compañeros, pero a medida que se acercaba su turno, su corazón latía más rápido. Finalmente, llegó su momento.
"Soy Lauti y... y me gusta el fútbol y... me da un poco de miedo estar aquí." - dijo, tartamudeando.
Con su sinceridad, el aula se llenó de murmullos de apoyo.
"No sos el único, Lauti. ¡A todos nos da un poco de miedo el primer día!" - dijo un niño llamado Tomi.
La señorita Rita sonrió y agregó:
"Eso es cierto. Todos compartimos esa sensación. A veces, es bueno hablar de nuestros miedos. Hacia fin de año, vamos a hacer un gran viaje en el que cada uno podrá contar su propia historia."
Esa idea lo emocionó. Lauti pensó en crear una historia sobre un superhéroe que supera sus miedos. A la hora del recreo, mientras jugaban, se fue alejando de sus nuevos amigos.
Un grupo de chicos estaba jugando más lejos, pero parecía que no lo estaban invitando. Lauti sintió que se alejaba de la aventura y empezó a pensar que tal vez sus compañeros no eran tan amables como parecían. Se sentó bajo un árbol, sintiéndose algo triste.
"¿Qué pasa, Lauti?" - le preguntó Sofía, que lo vio desde lejos.
"No sé, no creo que me quieran incluir. No sé jugar como ellos."
"No hay que ser perfecto para jugar, Lauti. Solo hay que divertirse. Vamos, juguemos juntos y si no sabemos, hacemos nuestra propia versión de las reglas. ¡Es más divertido!" - le dijo Sofía con una gran sonrisa.
Lauti se sintió mejor. Finalmente, decidió unirse a Sofía y a otros niños. Jugaron a su manera, crearon nuevas reglas y se rieron hasta que se les hizo la hora de volver a clase. Al final del día, al escuchar a la señora Rita hablar de lo que aprenderían en el futuro, Lauti levantó la mano y dijo:
"¿Podemos contar nuestras historias y aventuras de juego al final del año?" - preguntó emocionado.
"¡Por supuesto!" - respondió la maestra.
Lauti sonrió, sintiendo que es una idea que podría hacer que el aula se sintiera como una verdadera comunidad. Al salir de la escuela pensó:
"No solo fue un día de aprendizaje, sino también de amistad y valentía."
A la mañana siguiente, Lauti despertó aún más emocionado. Sabía que en su colegio había muchas aventuras por vivir. Ahora no solo era un alumno, sino un compañero dispuesto a hacer nuevos amigos. Y lo más importante: había aprendido que expresarse y ser uno mismo es la mejor manera de comenzar una aventura.
Y así, con una sonrisa en su rostro, se preparó para un nuevo día de escuela, listo para descubrir todo lo que el mundo tenía para ofrecerle.
FIN.