Mi Primer Mundo



En un rincón mágico de la ciudad de Buenos Aires, vivía una niñita llamada Clara. Clara era curiosa y soñadora, siempre tenía mil preguntas en su cabeza. Un día, mientras exploraba el antiguo desván de su casa, encontró una pequeña caja de madera con un candado. Sin pensarlo dos veces, Clara decidió buscar la llave.

Después de buscar por toda la casa, finalmente la encontró, escondida detrás de un cuadro. Abrió la caja y, para su sorpresa, emergió un destello de luz que la envolvió.

"¿Dónde estoy?", se preguntó Clara mientras se encontraba en un mundo completamente diferente, lleno de colores y criaturas extrañas. Estaba en su primer mundo.

Mientras exploraba, se encontró con un pajarito azul llamado Pico.

"¡Hola! ¿Quién sos?", preguntó Pico, revoloteando alegremente.

"Soy Clara, y no sé cómo llegué aquí", respondió ella, un poco atónita.

"No te preocupes, Clara. Este es el Primer Mundo, donde todo es posible. Pero ten cuidado, a veces puede ser un poco complicado hacer amigos".

Intrigada, Clara siguió a Pico, quien la llevó a un hermoso lago donde parecían jugar un grupo de animales. Había un conejo, una tortuga, y hasta un pequeño ciervo. Clara se acercó.

"¡Hola! Yo soy Clara. ¿Puedo jugar con ustedes?"

El conejo, que se llamaba Tico, la miró con desconfianza.

"¿Y qué podés hacer?"

"Sé hacer unos saltitos", dijo Clara emocionada.

Y, mientras demostraba sus saltitos, todos comenzaron a reirse y aplaudir.

"¡Eso fue genial!", exclamó la tortuga llamada Loli.

"Pero en este mundo, a veces hay que ayudar a los demás si queremos ser amigos", agregó el ciervo, que se presentaba como Bambi.

"¿Ayudar? ¿Cómo?" preguntó Clara, intrigada.

"¡Ah! Hay un problema en el bosque! La nube de la tristeza ha llegado y algunos animales se están sintiendo muy bajos de ánimo", explicó Pico con una mirada preocupada.

"¿Podemos ayudar?"

"Claro" , respondió Loli. "Si nos unimos, podemos hacer que vuelvan a sonreír".

"Vamos, Clara. No perdamos tiempo!", dijo Tico, saltando de emoción.

Los amigos se dirigieron al bosque y, al llegar, vieron a varios animales tristes. Clara se acercó a un pequeño ratón que lloraba.

"¿Por qué estás triste?"

"No sé, todo me parece aburrido", respondió el ratón con una voz temblorosa.

Clara pensó en lo que había aprendido en la escuela y decidió compartirlo.

"Siempre hay algo divertido que hacer. ¿Sabías que podemos hacer una competencia de saltos?"

El ratón miró a Clara, sorprendido.

"¿De verdad? Eso suena divertido!"

"Sí! Todos pueden participar!"

Pico, Tico, Loli y Bambi se unieron a Clara y juntos comenzaron a organizar el evento.

A medida que más y más animales se unieron, la nube de la tristeza empezó a disiparse.

Los animales se reían y disfrutaban de los saltos, carreras y juegos. Clara se dio cuenta de que ayudar a los demás era muy gratificante.

"¡Miren, miren! La nube de la tristeza se va!", gritó Loli mientras reía.

"¡Lo logramos!", exclamó Clara con alegría.

Cuando el sol comenzó a ponerse, Clara se despidió de sus nuevos amigos.

"Gracias por ayudarme a encontrar la alegría", les dijo, con una gran sonrisa.

"Siempre estaremos aquí, Clara. Esta es tu casa también", respondió Bambi.

Así, Clara regresó a su hogar, llevando consigo un gran aprendizaje sobre la amistad y la importancia de ayudar a los demás. Desde ese día, Clara no solo exploró el Primer Mundo en sus aventuras, sino que también buscó maneras de ayudar a sus amigos en su propio mundo, siempre con una sonrisa.

FIN.

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