Mi Primera Mascota
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Sofía. Siempre había soñado con tener una mascota que la acompañara en sus aventuras. Un día, mientras caminaba con su papá por el parque, vio un pequeño refugio de animales. Sofía se quedó mirándolos con atención.
"- Papá, ¿podemos entrar?" -preguntó con ternura en sus ojos."- Claro, pero solo a mirar, Sofía" -respondió su papá, sonriendo.
Al entrar, Sofía se encontró con muchos perritos y gatitos en busca de un hogar. De repente, uno de los perritos, un pequeño mestizo de unos meses, se acercó a ella moviendo la cola con alegría.
"- ¡Mirá, papá! ¡Él me eligió!" -exclamó Sofía, con una sonrisa de oreja a oreja."- Tiene pinta de ser muy juguetón. ¿Qué nombre le pondrías?" -preguntó su papá, mientras Sofía acariciaba al perrito."- ¡Lo llamaremos Rocco!" -dijo Sofía con confianza.-
Así, al volver a casa con Rocco, Sofía se sentía en el cielo. Era su primera mascota, y estaba emocionada por todo lo que harían juntos. Pero pronto, Sofía se dio cuenta de que tener una mascota conllevaba responsabilidades.
"- Mamá, ¿qué se come Rocco?" -preguntó Sofía un día."- Necesita comida para perros, agua fresca y alguna galletita como premio. También hay que sacarlo a pasear y jugar con él" -explicó su mamá, mientras preparaba el almuerzo."- Yo puedo hacerlo, ¡eso será divertido!" -respondió Sofía, decidida.
Al principio, todo fue maravilloso. Sofía y Rocco pasaban horas jugando, corriendo y explorando el parque. Sin embargo, hubo un momento que la sorprendió: una tarde lluviosa, Rocco se asustó con un trueno y salió corriendo sin rumbo.
"- ¡Rocco! ¡Vuelve!" -gritó Sofía, con lágrimas en los ojos, mientras buscaba por la calle húmeda.-
Después de un momento angustiante, escuchó un ladrido familiar. Era Rocco, que, confundido y mojado, había vuelto a casa.
"- ¡Rocco, ¡te encontré!" -gritó Sofía, con alivio.-
Desde ese día, Sofía aprendió la importancia de estar siempre atenta y ser responsable con su compañero. Se sentó con su papá a planear cómo podrían entrenar a Rocco juntos:
"- Vamos a enseñarle a no asustarse con los truenos y a volver cuando lo llamemos. ¿Qué te parece?" -sugirió su papá."- ¡Súper! Podemos hacer juegos para que se acostumbre" -respondió Sofía, con entusiasmo.
Durante las semanas siguientes, Sofía dedicó tiempo a entrenar a Rocco. Usaban su comida como premio, y lo llevaban a la plaza a socializar con otros perros. Rocco era un gran aprendiz y, poco a poco, dejó de tenerle miedo a los truenos.
"- ¡Mirá, Sofía! Él se está divirtiendo mucho." -dijo su papá una tarde, viendo cómo Rocco jugaba con otros perros."- ¡Sí! ¡Me alegra tanto verlo feliz!" -respondió Sofía, sintiéndose orgullosa de su trabajo.
Un día, mientras paseaban por el barrio, conocieron a un vecino nuevo que también tenía un perrito. Sofía y Rocco hicieron nuevos amigos, y se dieron cuenta de que tener una mascota no solo significaba cuidar de ella, sino que también traía nuevas amistades y momentos de alegría.
"- Rocco, sos un perro muy especial. Me enseñaste mucho sobre la responsabilidad, la amistad y la paciencia." -le dijo Sofía, acariciando su cabeza.-
Y así, Rocco se convirtió no solo en su primera mascota, sino en su mejor amigo y compañero de aventuras. Sofía nunca olvidó todas las lecciones que aprendió y siempre estará agradecida por el día que decidió entrar a aquel refugio de animales. Porque a veces, los mejores amigos llegan de la manera más inesperada, solo hay que tener el coraje de abrir la puerta y dejarlos entrar en nuestras vidas.
FIN.