Mi príncipe azul
En un pequeño pueblo, vivía una joven llamada Valentina. Siempre soñaba con encontrar a su príncipe azul, aquel que vendría a salvarla y llevarla a vivir una vida de ensueño. Cada tarde, se sentaba en el jardín de su abuela y miraba las nubes, imaginando como sería su príncipe. Un día, mientras jugaba con su perro, se encontró con unos viejos libros de cuentos de hadas en el desván.
Valentina se sumergió en las historias de bellas princesas y príncipes valientes. Pero lo que más le impresionó fue una historia sobre una princesa que decidió salir en busca de su propia aventura, en lugar de esperar a ser rescatada.
- “¿Por qué tengo que esperar a que llegue un príncipe? ”, se preguntó Valentina.
Esa noche, decidió que ya no esperaría. Se despertó al amanecer y salió con su perro, Rocco. Juntos, comenzaron una travesía por el bosque que rodeaba su pueblo.
Al poco tiempo, se encontró con un grupo de niños que estaban llorando porque habían perdido su balón en un río.
- “¿Por qué lloran? ”, preguntó Valentina.
- “Perdimos nuestro balón. Sin él, no podemos jugar”, respondió uno de los niños.
Valentina miró el río y pensó que debía haber una forma de ayudar. Miró alrededor y vio unas ramas largas.
- “¡Vamos a hacer un gancho! ”, propuso.
Todos trabajaron juntos, recolectaron las ramas y las ataron. Con el gancho, Valentina, guiada por sus amigos, logró sacar el balón del agua. Los niños aplaudieron y saltaron de alegría.
- “¡Sos una heroína! ”, exclamó uno de los niños.
Valentina sonrió, que era la primera vez que se sentía así. Luego siguió su camino, disfrutando de su aventura. Sin embargo, se encontró con un problema: había un árbol enorme bloqueando el camino. Valentina miró a Rocco y pensó en cómo podían pasar. Mientras pensaba, un anciano apareció.
- “¿Te gustaría saber un secreto, joven aventurera? ”, le preguntó.
- “¡Claro! ”, respondió intrigada.
- “A veces, la solución está en donde menos lo esperamos,” dijo el anciano y señaló una pequeña senda que rodeaba el árbol.
Valentina y Rocco decidieron seguir la senda. Descubrieron un campo lleno de flores y mariposas.
- “¡Es mágico! ”, gritó Valentina.
De repente, escucharon el sonido de alguien llorando. Se acercaron y vieron a una niña sentada sobre una roca.
- “¿Por qué lloras? ”, le preguntó Valentina.
- “¡Perdí mi colita de flores! Era muy especial para mí”, dijo la niña con lágrimas en los ojos.
Valentina recordó cómo había ayudado a sus nuevos amigos a recuperar su balón.
- “No te preocupes, vamos a encontrarla,” dijo con determinación.
Se pusieron a buscar entre las flores, y tras un rato, Valentina encontró la hermosa colita de flores atrapada en unas ramas.
- “¡Aquí está! ”, gritó emocionada.
La niña sonrió entre lágrimas de felicidad.
- “¡Gracias! Eres muy valiente,” le dijo.
Cada vez más emocionada, Valentina comprendió que no necesitaba un príncipe azul: podía ser su propia heroína y ayudar a otros. Así siguieron explorando, ayudando a los demás. Encontraron un pato atrapado en un arbusto, ayudaron a un anciano que no podía recoger su bastón y hasta ayudaron a un pequeño conejo a regresar a su madriguera.
Al caer la tarde, Valentina y Rocco regresaron a casa, cansados pero felices. Ahora sabía que ser valiente y ayudar a los demás era mucho más importante que esperar a que alguien viniera a rescatarla.
- “Hoy fue un día increíble, Rocco. ¿Quién necesita un príncipe azul cuando puedes ser la heroína de tu propia historia? ”, dijo Valentina mientras acariciaba a su perro.
Y así, Valentina siguió ayudando a su comunidad, llegando a ser una joven admirada y respetada por todos en el pueblo. No solo encontró su lugar en el mundo, sino que también se convirtió en la inspiración de muchas otras niñas. Valentina entendió que cada una de ellas podía ser su propia heroína y que la verdadera aventura de la vida estaba en cómo decidimos enfrentar nuestros desafíos y ayudar a los demás.
Desde ese día, cada vez que miraba al cielo y soñaba, ya no imaginaba un príncipe, sino un mundo lleno de nuevas aventuras por vivir, y eso, para Valentina, era mucho más emocionante.
FIN.