Mi viaje transformador



Había una vez en un tranquilo pueblito llamado Arcoíris, un pequeño diplomado llamado Lucho. Lucho era un niño curioso, con un gran deseo de aprender y descubrir el mundo a su alrededor. A pesar de su corta edad, soñaba con grandes aventuras y siempre escuchaba las historias de los adultos sobre cómo se habían transformado al participar en un programa especial llamado 'Los Diplomados Exploradores'.

Un día, mientras Lucho ayudaba a su abuela en el jardín, un misterioso anciano apareció por el camino. Lucho, emocionado, corrió hacia él.

"¡Hola! ¿Quién sos?" - preguntó Lucho, con sus ojos brillando de curiosidad.

"Soy Don Serafín, un antiguo diplomado explorador" - respondió el anciano con una sonrisa.

Lucho se quedó atónito. Don Serafín comenzó a contarle historias de sus propias travesuras y aventuras por tierras lejanas.

"Una vez, conocí a un dragón que solo comía frutas. Era muy amigable, pero tenía miedo de volar porque no creía en sí mismo" - dijo el anciano, añadiendo un toque de misterio.

"¿Cómo lo ayudaste?" - inquirió Lucho, entusiasmado.

"Le enseñé a confiar en sí mismo y a practicar hasta que se sintió seguro. Al final, ¡voló más alto que las montañas!" - relató Don Serafín.

Con cada historia, el corazón de Lucho latía con más fuerza y su deseo de ser un diplomado explorador creció. Decidido a unirse al programa, Lucho corrió a casa y le pidió a sus padres.

"¡Mamá! ¡Papá! Quiero ser un diplomado explorador. ¡Quiero tener aventuras!" - exclamó Lucho.

"Está bien, querido, pero debes ser valiente y dedicarte a aprender mucho" - le respondió su mamá, sonriendo.

Unas semanas después, Lucho fue invitar a sus amigos más cercanos: Sofía, una genia de la ciencia, y Mati, un artista increíble. Lucho les dijo entusiasmado:

"¡Vamos a formar un equipo y a ser diplomados exploradores juntos!" - gritando de alegría.

"¡Sí! Podemos inventar cosas nuevas y ayudar a otros!" - añadió Sofía.

"Y hacer arte para contar nuestras historias!" - terminó Mati.

Así fue como Lucho y sus amigos comenzaron su preparación. Cada sábado, se reunían en la plaza del pueblo para compartir lo que habían aprendido. Un día, mientras leían libros sobre los bosques de Arcoíris, decidieron que su primera aventura sería visitar el famoso Bosque de las Mariposas.

"Dicen que hay una mariposa mágica que concede deseos" - contó Sofía emocionada.

"¡Debemos encontrarla!" - dijo Lucho, sus ojos brillando.

El grupo se embarcó en su travesía a través del bosque. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no era tan fácil como pensaban. Se perdieron entre los árboles altos y el canto de los pájaros se transformó en un eco lejano.

"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Mati, preocupado.

"Hay que calmarnos y pensar. ¡Eso es lo que hacen los diplomados exploradores!" - sugirió Lucho, recordando las enseñanzas de Don Serafín.

Sofía sacó su brújula y comenzó a buscar pistas sobre cómo regresar a su camino.

"¡Miren! Las flores están inclinadas hacia el sol, siempre están señalando la dirección correcta. Debemos seguirlas!" - dijo emocionada.

Con la ayuda de Sofía, el grupo finalmente encontró el sendero correcto. Mientras avanzaban, encontraron a un pequeño pájaro que había caído de su nido.

"¡Oh, pobrecito! Hay que ayudarlo" - dijo Mati al verlo.

"Sí, lo debemos llevar de vuelta a su hogar" - agregó Lucho.

Con cuidado, tomaron al pájarito y lo llevaron hasta el nido. Sintieron una gran satisfacción y, en ese instante, una mariposa gigante apareció frente a ellos.

"¡Ustedes han hecho una buena acción! por eso, les concederé un deseo" - dijo la mariposa con una voz suave.

Los amigos miraron entre sí. Lucho, recordando que lo que realmente deseaba era más aventuras, dijo:

"¡Deseamos poder seguir explorando el mundo juntos y aprender más!" - exclamó.

La mariposa sonrió y, tras unas chispas de luz, les dijo:

"¡Que así sea! Siempre que sigan juntos y se ayuden unos a otros, ¡las aventuras nunca acabarán!"

Y así, Lucho y sus amigos regresaron a casa, llenos de historias y una nueva misión: aprender, ayudar a otros, y sobre todo, disfrutar el viaje de la vida. Desde aquel día, se convirtieron en los mejores diplomados exploradores del pueblo de Arcoíris, siempre listos para nuevas aventuras.

Y cuentan que, si miras hacia el cielo, a veces puedes ver una mariposa gigante viajando, llevando con ella los sueños de aquellos que deciden perseguir su curiosidad y hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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