Mía y el lenguaje de señas




Mía era una niña curiosa y creativa que le encantaba observar todo a su alrededor. Un día, mientras paseaba con su abuela por el parque, vio a un grupo de niños jugando eufóricamente.

Sin embargo, algo llamó poderosamente su atención: un niño con una sonrisa radiante que hablaba con sus manos en lugar de con su voz. Mía se acercó con curiosidad y su abuela le explicó que el niño estaba utilizando el lenguaje de señas. Fascinada, Mía decidió aprenderlo.

Pasó horas viendo videos en línea, practicando frente al espejo y observando a personas sordas comunicarse en la calle. Con dedicación y entusiasmo, Mía se convirtió en una experta en el lenguaje de señas.

Un día, en la escuela, notó que un nuevo compañero de clase, Lucas, no podía escuchar. Sin dudarlo, se acercó a él y comenzó a comunicarse utilizando el ASL.

Pronto, Mía y Lucas se convirtieron en grandes amigos, y Mía descubrió que el lenguaje de señas no solo era una forma de comunicación, sino también una manera única de conectar con los demás.

A partir de entonces, Mía enseñó a sus amigos el lenguaje de señas, y juntos aprendieron a comunicarse de una manera nueva y emocionante. Mía entendió que la diversidad no era un obstáculo, sino una oportunidad para aprender y crecer juntos.

FIN.

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