Mía y la Aventura en la Casa de Campo



Era un brillante día de primavera cuando Mía llegó a la casa de campo de su abuela Bertilia. La abuela siempre decía que su jardín era mágico, lleno de secretos y aventuras. Mía estaba decidida a descubrirlos.

"¡Abuela, ¿me podés contar sobre las plantas del jardín?" - preguntó Mía con expectación.

"Claro, querida. Cada planta tiene su historia, pero la historia más grande es la que vamos a crear juntas" - respondió la abuela, sonriendo.

Con eso en mente, Mía salió al jardín. Mientras caminaba entre las flores, un pequeño zorro apareció de entre los arbustos.

"¡Hola! Soy Jaco, el zorro curioso" - dijo el animalito con una voz suave.

Mía se sorprendió pero rápidamente respondió:

"Hola, Jaco. Soy Mía. ¿Te gustaría que investiguemos el jardín juntas?"

"¡Sí!" - contestó el zorro emocionado.

Mientras recorrían el jardín, Mía notó algo brillante detrás de un arbusto. Era una llave dorada.

"¿Qué creés que abrirá esta llave?" - preguntó Mía.

"No tengo idea, pero ¡vamos a buscar!" - dijo Jaco, moviendo su cola con entusiasmo.

Juntos comenzaron a buscar en diferentes lugares. Abrían cofre de madera, jabones de barro y hasta la vieja casita de pájaros, pero nada parecía funcionar. Hasta que de repente, Jaco exclamó:

"Mirá, Mía! Esa puerta al fondo, ¿te parece que pueda ser?"

Mía miró la puerta pequeña cubierta de hiedra y se acercaron. La llave encajó perfectamente y, al girarla, la puerta se abrió para revelar un jardín escondido lleno de plantas coloridas y mariposas mágicas.

"¡Increíble!" - gritó Mía.

En el centro del jardín se encontraba un árbol gigante con un tronco muy grueso y ramas que parecían tocar el cielo.

"Este árbol podría tener muchos secretos" - dijo Mía pensativa.

Decidieron treparlo y, al llegar a una de las ramas más altas, encontraron un nido lleno de huevos de colores brillantes.

"Creo que estos son los huevos de las mariposas mágicas" - dijo Jaco emocionado.

De repente, un fuerte viento comenzó a soplar y algunos huevos cayeron al suelo.

"¡Oh no!" - gritó Mía.

"Debemos salvarlos, Jaco!"

Mía recordaba que nunca había sido muy buena en deportes, pero aquella vez, con su ingenio, pensó en una forma de atraparlos. Desde su bolsillo, sacó un gran pañuelo que había traído para hacer un picnic.

"¡Usaré el pañuelo como red!" - dijo Mía.

Con toda su fuerza, extendió el pañuelo y comenzó a atrapar los huevos en el aire. Jaco la ayudó saltando para alcanzarlos. Juntos, lograron rescatar todos los huevos brillantes y volver al nido.

"¡Lo logramos!" - exclamó Mía mientras sonreía emocionada.

"Sí, vos sos una verdadera heroína, Mía" - dijo Jaco.

De pronto, el nido comenzó a brillar y de los huevos salieron mariposas hermosas que llenaron el aire con colores.

"¡Mirá! Ellas están agradecidas" - gritó Jaco.

Las mariposas danzaban alrededor de Mía y Jaco, como un agradecimiento por lo que habían hecho. Mía se sintió muy feliz al verlas, sabiendo que su ingenio y trabajo en equipo habían permitido que ese momento mágico ocurriera.

Al final, volvieron a la casa de la abuela Bertilia, llenos de historias que contar. Mía había aprendido que, con creatividad y corazón, se pueden resolver los desafíos y crear momentos mágicos.

"Mía, todo lo que tienes que hacer es soñar y dejar volar tu imaginación" - le dijo la abuela Bertilia mientras abrazaba a su nieta.

Esa noche, bajo el cielo estrellado, Mía cerró los ojos y soñó con más aventuras, sabiendo que cada día trae su propia magia si se mira con una mente abierta.

FIN.

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