Miah y el Gran Torneo de Roblox



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una niña llamada Miah, conocida por todos como 'ojitos' por sus grandes y expresivos ojos. Era una niña inteligente y estudiosa, pero también tenía una personalidad juguetona. A Miah le encantaba nadar y practicar deportes, siempre luciendo orgullosa su medalla de campeona en la piscina del club. Además, tenía una gran pasión por el arte, y pasaba horas pintando paisajes coloridos en su cuaderno.

Un día, mientras navegaba en su computadora después de hacer toda su tarea, Miah vio un anuncio que decía: '¡Gran Torneo de Roblox! Los primeros tres lugares ganarán fantásticos premios!'. Sus ojos brillaron con emoción.

"¡Papá! ¡Mira esto!", gritó mientras corría hacia la sala.

"¿Qué pasa, ojitos?", preguntó su padre, notando la chispa en sus ojos.

"¡Hay un torneo de Roblox! Puede que gane algo genial!"

Su padre sonrió. "Suena emocionante, pero también es importante que no descuides tus estudios, Miah."

"Lo sé, papá, pero puedo manejarlo. Solo necesito entrenar un poco. ¡Prometo no dejar de estudiar!" Su convicción era contagiosa. Así, su padre decidió apoyarla en su aventura.

Miah comenzó a practicar en Roblox, creando estrategias y explorando diferentes juegos. Pasaba sus tardes, primero estudiando y después jugando. Su destino parecía claro: quería ganar el torneo. Algunos días la frustración la invadía, pero kon su espíritu juguetón, siempre encontraban una manera de seguir adelante.

"Tal vez si tuviera un aliado, sería más fácil", pensó Miah en voz alta. Así que decidió invitar a sus amigos.

En la escuela, reunió a sus amigos, Tomy, Ana y Lucas.

"Chicos, quiero que me ayuden con el torneo de Roblox. Juntos podemos ser un gran equipo."

"¿Pero no es un torneo individual?", preguntó Ana.

"Sí, pero podemos practicar juntos. ¡Seremos los mejores!" respondedió Miah con una sonrisa.

Cada tarde, después de la escuela, se reunían en casa de Miah. Jugaron, hicieron estrategias y a veces, incluso se daban tiempo para pintar juntos, llenando la habitación de colores. Sin embargo, un día, uno de los amigos de Miah, Tomy, no llegó a la práctica.

"¿Qué le habrá pasado a Tomy?", dijo ansiosa.n"No sé, pero hoy es el último día para inscribirse al torneo!", respondió Lucas.

"¡Debemos llamarlo!"

Cuando Miah se enteró que Tomy estaba enfermo, su corazón se llenó de preocupación.

"No puedo hacer el torneo sin él. ¡Él es clave en nuestro equipo!" Miah pensó un momento.

"Ya sé, ¡voy a visitarlo!" Dijo decidida.

Miah fue a la casa de Tomy. Cuando llegó, se sentó a su lado y le dijo:

"¿Te gustaría que yo te contara sobre el torneo? Tal vez podamos participara de alguna manera!"

"Eso me haría sentir mejor", respondió Tomy con una sonrisa débil.

"Te prometo que vamos a ganar y que nos volveremos a reunir para pintar juntos. ¡Eres parte de este equipo!"

El sábado del torneo llegó, y aunque Tomy no pudo participar directamente, Miah lo hizo sentir incluido. Le contaba cada paso, cada bloque que pasaba en la competencia, mientras él animaba desde casa.

"¡Vamos, Miah! ¡Sos la mejor!", gritó Tomy a través de la videollamada.

Miah se sintió impulsada por su aliento y su apoyo. Finalmente, llegó la final y Miah estaba entre los últimos tres concursantes. Con determinación vio la pantalla y recordó las palabras de su papá,

"Lo más importante es disfrutar y no perder la diversión".

Así que, en vez de ponerse nerviosa, se relajó.

Con una sonrisa, logró el segundo puesto.

"¡Lo hice papá! ¡Lo hicimos todos!" gritó emocionada tras terminar.

Al recibir la medalla, miró hacia la cámara con fuerza. "Esto es prueba de que con esfuerzo, trabajo en equipo y dedicación ¡podemos lograr grandes cosas!" y recordó la importancia de nunca dejar de lado a sus amigos, incluso en la competencia.

El torneo no solo le dio un premio, le enseñó que la amistad y el apoyo son los verdaderos triunfos, y que cada desafío puede ser mucho más divertido si se enfrente en compañía. Y así, Miah, la niña de los ojos brillantes y alma de artista, comprendió que su futuro prometedor iba de la mano de su pasión por compartir y ayudar, un don que la haría brillar aún más en su camino.

Miah nunca dejó de lado su amor por el arte, el deporte y su pasión por los videojuegos, siempre recordando que en la vida, hay lugar para todos nuestros sueños y amigos.

FIN.

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