Miauki y su arte felino


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Gatolandia, una gatita muy especial llamada Miauki. Miauki era juguetona y curiosa, pero tenía un problema: le costaba prestar atención en clase debido a su TDAH.

Siempre se distraía con cualquier cosa que pasara a su alrededor. Un día, la maestra de Miauki, la señorita Mishi, decidió hacer una actividad especial en clase.

Les pidió a todos los alumnos que pintaran un dibujo del lugar más bonito que pudieran imaginar. Todos los gatitos se pusieron manos a la obra, concentrados en sus dibujos, excepto Miauki. Miauki miraba por la ventana y veía mariposas revoloteando, pájaros cantando y hojas cayendo de los árboles.

De repente, escuchó una voz suave que provenía del jardín de la escuela. "¡Hola Miauki! ¿Por qué no vienes a jugar con nosotras?" -dijo Luna, una gatita muy amigable.

Miauki no pudo resistirse y salió corriendo al jardín para jugar con Luna y sus amigas. Se divirtieron tanto saltando entre las flores y persiguiéndose unas a otras que perdieron la noción del tiempo.

De regreso en clase, la señorita Mishi notó que Miauki no estaba en su pupitre y preguntó preocupada dónde había estado. Miauki bajó la cabeza avergonzada y le contó lo sucedido. "Miauki, sé que te cuesta concentrarte en clase, pero es importante aprender a controlar tus impulsos para poder terminar tus tareas" -le dijo la señorita Mishi con cariño.

Miauki asintió con tristeza y se sentó frente a su hoja en blanco. Miró a sus amigos concentrados en sus dibujos y decidió hacer lo mismo.

Cerró los ojos por un momento e imaginó el lugar más hermoso que jamás hubiera visto: un prado lleno de flores de colores brillantes bajo un cielo azul despejado. Concentrada en su imaginación, empezó a pintar sin parar. Colores vibrantes iban apareciendo en el papel mientras Miauki dejaba volar su creatividad.

La maestra observaba sorprendida cómo poco a poco el dibujo cobraba vida ante sus ojos. Al finalizar el tiempo estipulado para la actividad, todos los gatitos mostraron orgullosos sus creaciones.

El dibujo de Miauki destacaba por su belleza y originalidad; parecía realmente transportarte al prado soñado por ella. La señorita Mishi felicitó a todos los alumnos por su trabajo duro, pero especialmente elogió a Miauki por haber superado sus distracciones y lograr crear algo tan maravilloso.

Desde ese día, Miauki aprendió que aunque fuera difícil mantenerse enfocada, siempre podía encontrar maneras de canalizar su energía de forma positiva.

Y así fue como descubrió que ser diferente no era malo; simplemente significaba tener una forma única de ver el mundo.

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