Mido y el Poder de la Unión



Era una fría mañana de diciembre cuando Mido, un pequeño copo de nieve, sintió que su corazón se encogía un poco más.

Mido siempre había sido muy tímido, y aunque amaba ver cómo otros copos de nieve danzaban en el aire, él prefería permanecer escondido, observando desde la distancia.

"¿Por qué soy tan pequeño y frágil?" - solía pensar, sintiéndose insignificante ante el vasto cielo.

Un día, mientras revoloteaba en su propio mundo de pensamientos, vio a otros copos de nieve alrededor. Eran grandes, pequeños, redondos y algunos incluso tenían formas bastante curiosas.

"¡Miren cómo brillan!" - exclamó una copo de nieve llamado Lía.

"¡Vamos, unámonos, juntos formaremos algo hermoso!" - gritó otro copo llamado Rolo.

Mido los miraba desde lejos, duelen su timidez, pero algo lo impulsó a acercarse. No quería perderse la oportunidad de ser parte de algo tan mágico. Así que, con un ligero temblor, se unió a ellos.

"Hola, soy Mido" - dijo nerviosamente. Todos lo miraron y sonrieron.

"¡Encantados, Mido!" - respondieron al unísono.

Los copos comenzaron a bailar en el aire, creando un hermoso espectáculo que llenaba el cielo. Uno tras otro, iban uniéndose en una danza armoniosa. Mido se dio cuenta de que, aunque era pequeño, estaba formando parte de algo más grande.

"¿Ves, Mido?" - dijo Lía "Cada copo es importante en esta danza".

Sin embargo, mientras se deslizaban, una ráfaga de viento sopló fuertemente, y todos empezaron a separarse.

"¡Socorro!" - gritó Rolo, perdiéndose en el viento.

Mido sintió un gran miedo, pero se acordó de cómo se habían unido y decidió intentar ayudar.

"¡Vamos, todos! ¡Formemos un círculo!" - llamó Mido, aunque su voz era casi un susurro. Los demás copos se dieron cuenta de que él tenía razón. Con determinación, comenzaron a unirse en un círculo.

"¡Uno, dos, tres! ¡Juntos!" - animó Lía, dándole confianza.

Con todo su esfuerzo, lograron permanecer unidos y, al parecer el viento había aflojado su fuerza, así que juntos descendieron a un parque, cubriendo todo con un manto suave de nieve.

"¡Lo logramos!" - exclamó Mido, sintiéndose más grande que nunca.

"Mido, ¡fuiste el que nos guió!" - le dijeron sus amigos, y los otros copos comenzaron a girar alrededor de él, llenándolo de alegría.

Esa noche, mientras la luna iluminaba el manto blanco, Mido se dio cuenta de que, a pesar de su tamaño, su valentía había hecho una gran diferencia.

"¡Soy parte de algo hermoso!" - pensó Mido mientras observaba el mundo cubierto de blanco.

Y así, cada invierno, Mido no sólo se unía a otros copos, sino que también recordaba que, aunque pequeño, podía lograr grandes cosas cuando estaba junto a sus amigos.

FIN.

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