Miguel y su Guitarra Mágica



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Miguel que tenía una pasión muy especial: la música. Todos los días, después de la escuela, se sentaba en el parque con su guitarra, un regalo de su abuelo, y tocaba melodías que hacían sonreír a todos los que pasaban. Sin embargo, lo que Miguel no sabía era que su guitarra guardaba un secreto extraordinario.

Un día, mientras tocaba bajo un árbol frondoso, notó que una pequeña luz brillaba entre las cuerdas de su guitarra.

"¿Qué será eso?" - se preguntó Miguel, curioso.

Decidió ignorarlo y siguió tocando. Pero, de repente, una suave voz salió de la guitarra.

"¡Hola, Miguel! Soy Lira, el espíritu de la música. Gracias por tocarme con tanto amor. Quiero regalarte algo especial. ¡Cada vez que toques aquí, la música que saldrá hará que las cosas sucedan!" - dijo Lira.

Miguel no podía creer lo que estaba escuchando.

"¿De verdad?" - exclamó, emocionado.

"Sí, pero debes ser responsable. La música tiene el poder de cambiar el mundo, así que úsala con sabiduría." - advirtió Lira.

A partir de ese día, Miguel comenzó a jugar con su guitarra. En la escuela, notó que sus compañeros se sentían tristes y desanimados. Así que, decidió tocar una melodía alegre.

"¡Escuchen! Voy a tocar algo que les hará sentir mejor" - dijo Miguel con confianza.

Cuando sus compañeros escucharon la música, empezaron a sonreír y a bailar como si estuvieran imantados. ¡La música de Miguel no sólo los hizo felices, sino que además los unió!

Sin embargo, había un problema: no todos estaban contentos. Una niña llamada Laura, que siempre había sido competitiva, sintió celos.

"¿Por qué todos están tan felices por la música de Miguel? A mí nadie me presta atención" - se quejó.

Miguel, al darse cuenta del malestar de Laura, decidió ayudarla. Un día la invitó a tocar con él.

"Ven, Laura. La música es más divertida cuando es compartida. ¿Te gustaría tocar algo conmigo?"

Laura dudó al principio, pero su curiosidad la llevó a aceptar. Con la guitarra de Lira, comenzaron a crear canciones juntas.

"¡Esto es mágico!" - dijo Laura, sonriendo por primera vez.

Miguel y Laura comenzaron a practicar todos los días. Su amistad floreció y, juntos, lograron hacer un espectáculo para el pueblo. La música unió a muchos.

El día del espectáculo, Miguel se puso muy nervioso, pero Lira lo animó.

"¡Tú puedes! La música saldrá de tu corazón. Recuerda, la verdadera magia está en compartir." - le dijo Lira.

Finalmente, Miguel y Laura subieron al escenario. La multitud estaba emocionada, y los dos niños, juntos, tocaron una hermosa melodía que emocionó a todos. El público bailó, cantó y aplaudió con alegría.

Al finalizar, Miguel se dirigió a su audiencia.

"Gracias a todos por estar aquí. La música nos une, y juntos podemos crear cosas maravillosas. ¡Invito a todos a llevar algo de esta alegría a casa!" - dijo con una sonrisa.

Desde ese día, la escuela se transformó. Miguel, Laura y sus amigos organizaron tardes de música, donde todos podían compartir y disfrutar de lo que más les gustaba: tocar, cantar y aprender juntos.

Lira, la guitarra mágica de Miguel, se convirtió en un símbolo de unidad, amistad y amor por la música. Miguel aprendió que la verdadera magia está en compartir y ayudar a los demás. Con su guitarra, no solo cambió el día de sus compañeros, sino también su propia vida, creando una hermosa melodía de amistad que resonaría por siempre en sus corazones.

FIN.

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