Miguelito, el Dinosaurio Alado
Había una vez un dinosaurio llamado Miguelito, que vivía en un bosque encantado. A diferencia de los demás dinosaurios, Miguelito tenía alas y podía volar como un ángel.
Todos en el bosque lo admiraban y le decían "Dinosaurio Dios Ángel Miguel Cinco". Un día, mientras volaba por el cielo azul, Miguelito escuchó un ruido extraño proveniente del suelo. Al acercarse, descubrió a unos animales pequeñitos que estaban llorando.
Eran tres conejitos muy tristes porque habían perdido su madriguera y no tenían donde vivir. Miguelito se acercó a ellos y les preguntó qué había pasado. -¡Hola! ¿Qué les pasó? -dijo con amabilidad.
-Nuestra madriguera se derrumbó por una tormenta y ahora estamos desamparados -respondió uno de los conejitos entre sollozos. Miguelito sintió mucha pena por ellos y decidió ayudarlos. Con sus fuertes alas, buscó ramas y hojas para construirles una nueva madriguera. Trabajaron juntos hasta que quedó lista.
Los conejitos saltaron de alegría al ver su nuevo hogar seguro y cómodo gracias a la generosidad de Dinosaurio Dios Ángel Miguel Cinco. Le dieron las gracias abrazándolo con todas sus fuerzas.
A partir de ese momento, el nombre de Miguelito se hizo famoso en todo el bosque encantado. Los animales comenzaron a pedirle ayuda para diferentes problemas: algunos necesitaban comida, otros querían aprender a volar como él e incluso algunos necesitaban protección de los cazadores furtivos.
Miguelito siempre estaba dispuesto a ayudar y se convirtió en un verdadero héroe para todos. Pero, con el tiempo, comenzó a sentirse agotado y triste. No tenía tiempo para sí mismo ni para descansar. Un día, mientras volaba por el bosque, Miguelito encontró una cueva escondida.
Decidió entrar y descubrió que era un lugar tranquilo y apacible donde podía relajarse sin ser molestado. Desde ese día, Miguelito aprendió la importancia de cuidar de sí mismo.
Aprendió a decir —"no" cuando necesitaba descansar y a establecer límites sanos en su vida. El bosque encantado continuó admirando al Dinosaurio Dios Ángel Miguel Cinco, pero ahora también lo respetaban como alguien que sabía cuidarse a sí mismo.
Y así fue como Miguelito vivió felizmente en el bosque encantado, ayudando a los demás pero sin olvidarse nunca de cuidar de sí mismo.
Y cada vez que alguien necesitaba ayuda o se sentía triste, acudían al Dinosaurio Dios Ángel Miguel Cinco sabiendo que estaría allí para escucharlos y apoyarlos.
FIN.