Miguelito y el brillo del sol



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Solcito, vivían Mamá y Papá Sol junto a su hijo Miguelito. Todos los días, la familia Sol se dedicaba a brindar luz y calor al mundo con sus brillantes rayos.

Pero Miguelito tenía un sueño diferente: quería ser bailarín. Un día, mientras Miguelito observaba a los niños del pueblo practicando danza en la plaza, se acercó corriendo hacia ellos. "-¡Quiero aprender a bailar como ustedes!" exclamó emocionado.

Los niños lo miraron sorprendidos y algunos incluso se rieron de él. "-¿Bailar? ¡Tú eres el hijo del sol! No puedes bailar", le dijeron burlonamente.

Miguelito sintió un nudo en la garganta, pero no se dejó vencer por las palabras desalentadoras de los demás. Decidió buscar ayuda para cumplir su sueño y demostrar que podía hacer cualquier cosa que se propusiera. Con valentía, fue en busca de Tita Mariposa, una reconocida maestra de danza del pueblo vecino.

"-Tita Mariposa, quiero aprender a bailar", le dijo Miguelito con determinación. La maestra Mariposa quedó impresionada por la pasión y determinación de Miguelito. A pesar de nunca haber enseñado a alguien como él antes, decidió darle una oportunidad.

Juntos comenzaron las clases de danza. Miguelito practicaba todos los días sin descanso bajo el cálido sol que irradiaban sus padres mientras ensayaba cada paso.

A medida que pasaba el tiempo, mejoraba notablemente su técnica y su estilo único comenzaba a brillar. Un día, llegó la noticia de que se realizaría un gran concurso de danza en el pueblo. Miguelito sabía que era su oportunidad para demostrarle al mundo lo talentoso que era.

Sin embargo, cuando se enteraron Mamá y Papá Sol, se preocuparon por los comentarios desalentadores de los demás niños. "-Miguelito, entendemos tu pasión por la danza, pero tememos que te lastimen o burlen nuevamente", le dijeron sus padres con preocupación.

Miguelito miró a sus padres y les dijo: "-Sé que hay personas negativas ahí afuera, pero no puedo dejar que eso me impida seguir mi sueño. Quiero mostrarles a todos lo hermoso que es bailar".

Conmovidos por las palabras de su hijo, Mamá y Papá Sol decidieron apoyarlo incondicionalmente. Juntos prepararon una sorpresa especial para el día del concurso: iluminarían el escenario con rayos dorados mientras Miguelito bailaba.

Llegó el tan esperado día del concurso y Miguelito subió al escenario lleno de confianza. La música comenzó a sonar y él dejó fluir toda su energía en cada movimiento. Los espectadores quedaron maravillados ante la combinación de la luz solar y la gracia de Miguelito.

Al finalizar su presentación, el público estalló en aplausos y ovaciones. Todos reconocieron el talento único de Miguelito y cómo había superado todos los obstáculos para cumplir su sueño. Desde ese día, Miguelito siguió bailando y llevando alegría a través de sus movimientos.

Mamá y Papá Sol continuaron apoyándolo, iluminando cada uno de sus pasos en el escenario.

La historia de Miguelito se convirtió en una inspiración para los niños del pueblo, quienes aprendieron a no dejar que las opiniones negativas les impidieran perseguir sus sueños. Y así, gracias a su valentía y determinación, Miguelito demostró que cualquier sueño es posible si uno cree en sí mismo y nunca deja de brillar.

FIN.

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