Mila la Mona y el Gran Cambio



En un pequeño bosque cerca de la ciudad, vivía una monita llamada Mila. Mila era una mona juguetona, con un pelaje suave y brillante. Sin embargo, había algo que le preocupaba mucho: sus padres estaban separados. A veces, se sentía triste porque extrañaba jugar con sus dos papás al mismo tiempo.

Un día, mientras estaba sentada en una rama, escuchó a sus amigos hablando de lo que había pasado en sus casas.

"¿Sabían que Lucas el loro también tiene sus padres separados?" - dijo Lila, la ardilla.

"Sí, yo lo vi llorar una vez porque extrañaba a su papá. Pero ahora hace juegos en casa de su mamá que son súper divertidos!" - interrumpió Tito, el conejo.

Mila pensó que tal vez podía aprender de Lucas. Decidió ir a hablar con él.

Al llegar a la casa de Lucas, la vio jugando a las escondidas con otros animales.

"Hola, Mila!" - le dijo Lucas con una sonrisa. "¿Te gustaría jugar con nosotros?"

"Sí, pero... tengo algo que me preocupa. Mis papás se separaron y a veces me siento sola..." - Mila confesó.

Lucas la miró con empatía.

"Yo también me sentía así al principio, pero aprendí que aunque mis papás no estén juntos, ¡me quieren mucho! Y además, tengo dos casas donde jugar. A veces, hasta los fines de semana hago una fiesta con amigos en casa de mi papá y en casa de mi mamá!"

Mila reflexionó sobre lo que Lucas le decía y se sintió un poquito mejor.

"¿Te gustaría ayudarme a hacer una fiesta para que mis papás vengan y se diviertan juntos?" - propuso Mila.

"¡Claro! Eso sería genial!" - respondió Lucas emocionado.

Juntos, comenzaron a planear la fiesta. Invitaron a todos sus amigos del bosque y decidieron que cada uno podía ayudar en algo.

Mila les dijo a todos que debía hablar con sus papás primero. Así que fue a ver a su papá, quien estaba cortando madera.

"Papá, ¿puedes venir a una fiesta el sábado? Será en la casa de mamá y quiero que tú estés también!" - le pidió Mila.

"¡Claro, Mila! Me encantaría. No sé si puedo quedarme mucho tiempo, pero haré un esfuerzo. Tienes razón, deberíamos vernos más a menudo."

Después, Mila corrió al río donde vivía su mamá.

"Mamá, el sábado habrá una fiesta y me gustaría que papá venga también. ¡Quiero que todos se diviertan juntos!"

"Es una buena idea, Mila. Prometo que haré un postre delicioso para la fiesta."

El día de la fiesta llegó. Todo el bosque estaba decorado con flores, globos y luces de colores. Todos los amigos de Mila estaban emocionados. Pero lo que más la emociona era que sus papás llegaran juntos.

Cuando su papá llegó, Mila vio que su mamá estaba sonriendo.

"¡Hola, Mila! Estoy muy orgulloso de ti, todo se ve hermoso!" - dijo su papá, mientras ella se lanzaba en sus brazos.

"Gracias, papá. Estoy contenta de que estés aquí!" - respondió Mila.

La fiesta comenzó y todos se divertían. Jugaron a los juegos, se rieron y disfrutaron de la torta que había hecho su mamá. Cuando llegó el momento de bailar, Mila decidió hacer un baile especial.

"¡Mamá, papá, vengan a bailar conmigo!" - gritó feliz.

Y así, Mila bailó con sus papás, quienes sorprendidos comenzaron a unirse a ella. Con cada paso de baile, Mila sintió más y más amor alrededor de ella. No importaba que sus papás no vivieran juntos; en ese momento, eran una familia, unida por el amor.

Después de la fiesta, sus papás se acercaron a Mila.

"Mila, hoy fue un día especial. Gracias por unirnos a todos" - dijo su mamá.

"Sí, gracias, Mila. Debemos hacer esto más seguido, yo me lo pasé muy bien" - añadió su papá.

Mila sonrió, sintiéndose orgullosa de haber reunido a todos. En ese momento, supo que aunque sus papás estuvieran separados, el amor que compartían por ella siempre los uniría.

Y así, llevó a sus papás a disfrutar de aventuras juntos, más a menudo. Mila descubrió que ya no estaba sola; tenía dos casas llenas de amor y dos papás que siempre estarían allí para ella.

FIN.

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