Milagros, la gotita aventurera


Había una vez una pequeña gotita de dulce de leche llamada Milagros que vivía en un frasco en la despensa de una casa en Argentina. Milagros soñaba con aventuras y salir a conocer el mundo más allá del frasco.

Un día, mientras su dueña preparaba un mate, Milagros decidió escapar y aventurarse por la casa.

Al principio todo era nuevo y emocionante para ella, pero pronto se dio cuenta de lo grande e intimidante que podía ser el mundo fuera del frasco. Mientras caminaba por la cocina, escuchó algo muy hermoso: alguien estaba tocando una guitarra y cantando bajo su ventana. Era un joven músico que había venido a hacerle una serenata a su vecina.

La música era tan bonita que Milagros no pudo evitar bailar al ritmo de la guitarra. "¡Qué linda eres! ¿Te gustaría venir conmigo al parque? Seríamos grandes amigos", dijo el músico. "¡Oh sí! ¡Me encantaría!", respondió emocionada Milagros.

Así fue como comenzó la gran aventura de Milagros junto a su amigo músico. Juntos recorrieron las calles cantando canciones y tomando mates bajo los árboles del parque.

A medida que pasaban los días, Milagros se sentía cada vez más valiente y segura de sí misma gracias a las enseñanzas del músico. Un día, mientras caminaban por el centro de la ciudad, vieron un edificio muy alto con muchas ventanas brillantes. "¿Quieres ver desde arriba?", preguntó el músico.

"¡Sí!", respondió Milagros emocionada. Subieron en el ascensor hasta el último piso y vieron la ciudad desde una vista impresionante. Pero de repente, algo salió mal: el ascensor se detuvo y quedaron atrapados allí arriba.

"No te preocupes, Milagros", dijo el músico. "Voy a tocar una canción para que te sientas mejor". El músico comenzó a tocar su guitarra y cantar una hermosa canción sobre la amistad que hizo sentir mejor a Milagros.

Finalmente, después de un tiempo, alguien los escuchó gritando y los rescató del ascensor. "¡Gracias por ser mi amigo!", dijo Milagros al músico abrazándolo fuerte. "Siempre estaré aquí para ti", respondió él sonriendo.

Desde ese día, Milagros se sintió más segura de sí misma gracias a las enseñanzas del músico y aprendió que siempre hay amigos dispuestos a ayudarte cuando lo necesitas.

Y aunque ella era solo una gotita pequeña de dulce de leche, sabía que su valor no dependía del tamaño o la forma que tenía sino de lo mucho que podía hacer por los demás con su dulzura única y especial.

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