Milagros y la lección de limpieza


Había una vez en una cabaña en lo alto de una montaña, una arañita muy especial llamada Milagros. Milagros era conocida por ser mañosa y cochina, ya que siempre encontraba excusas para no bañarse.

Su mamá araña, doña Rosaura, intentaba convencerla todos los días de la importancia de mantenerse limpia, pero Milagros siempre respondía lo mismo: "Mañana me baño por la mañana".

Un día, cansada de las evasivas de su hija, doña Rosaura decidió tomar cartas en el asunto y buscar una solución creativa al problema. Se acercó a Milagros con un plan en mente. "Milagros querida, hoy vamos a hacer algo diferente", dijo doña Rosaura con una sonrisa.

"¿Qué planes tienes ahora, mamá?", preguntó curiosa Milagros. "Vamos a hacer un juego. Te propongo un desafío: si logras completar tres tareas antes del atardecer, te premiaré con algo muy especial", explicó doña Rosaura misteriosamente.

Intrigada por la propuesta de su madre, Milagros aceptó el reto sin dudarlo. La primera tarea consistía en ordenar su telaraña y deshacerse de todas las telarañas viejas y sucias que había acumulado.

Aunque al principio le costó trabajo porque no estaba acostumbrada a limpiar su espacio, Milagros se esforzó y logró dejar todo reluciente. "¡Muy bien hecho! Ahora ve por la segunda tarea", felicitó doña Rosaura orgullosa. La segunda tarea era reagarrar todos los restos de comida que había dejado regados por la cabaña.

Milagros se sorprendió al ver cuánta basura había acumulado sin darse cuenta. Con determinación se puso manos a la obra y limpió cada rincón hasta dejarlo impecable.

"¡Estoy impresionada! Solo te falta una tarea más para cumplir el desafío", exclamó doña Rosaura emocionada. Para la tercera tarea, doña Rosaura llevó a Milagros hasta un pequeño estanque cerca de la cabaña. La tarea final consistía en sumergirse completamente en el agua para limpiarse por completo.

Milagros sintió miedo al principio; nunca se había mojado tanto antes. Pero recordando el premio prometido por su madre y sintiéndose orgullosa del trabajo realizado hasta ese momento, decidió vencer sus miedos y sumergirse valientemente en el estanque.

Al emerger del agua fresca y cristalina, Milagros se sintió renovada y feliz como nunca antes lo había experimentado. Doña Rosaura la esperaba en la orilla con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

"¡Lo lograste! Estoy muy orgullosa de ti", expresó emocionada doña Rosaura mientras abrazaba a su hija araña empapada pero radiante.

Como premio por haber completado el desafío con éxito, doña Rosaura le entregó a Milagros un hermoso collar tejido con hilos dorados brillantes que ella misma había creado durante los días anteriores como muestra de fe en las capacidades ocultas de su hija mañosa y cochina transformándola así haciéndole entender lo importante que era cuidar tanto su cuerpo como también sus espacios íntimos donde solían estar juntas compartiendo momentos únicos e inolvidables donde aprendieron ambas que juntas podían superar cualquier obstáculo fortaleciendo aún más su vínculo familiar.

Dirección del Cuentito copiada!