Milena en la Ciudad de las Maravillas
Era un día radiante en Buenos Aires cuando Milena, una curiosa niña de cabello rizado y ojos brillantes, decidió explorar un antiguo libro que había encontrado en la biblioteca de su abuela. El libro, titulado 'La Ciudad de las Maravillas', prometía esconder secretos extraordinarios. Al abrirlo, una luz brillante la envolvió, y, de repente, se encontró en un lugar mágico.
- Este es el comienzo de una gran aventura - dijo un pájaro de colores vibrantes que voló hasta su hombro.
- ¿Quién sos? - preguntó Milena, sorprendida.
- Soy Pícaro, el pájaro viajero - respondió el ave con una risa juguetona. - Y te guiaré por la Ciudad de las Maravillas. ¡Ven, hay mucho por descubrir!
Milena siguió a Pícaro y pronto llegó a un enorme jardín donde las flores hablaban entre sí.
- ¡Hola, Milena! - dijeron al unísono las flores, haciendo un reverencia. - Estamos felices de conocerte.
- ¿Pueden hablar? - gritó Milena, maravillada.
- Por supuesto, siempre que alguien nos escuche - explicó una flor amarilla. - Pero, ¿sabes qué? A veces la gente se olvida de escuchar. ¿Quieres ayudarnos?
Milena asintió con entusiasmo y las flores le contaron sobre un problema en el jardín. Un grupo de hojas secas se había apoderado de un área verde muy importante, y necesitaban ayuda para restaurar la armonía.
- ¡Yo puedo ayudar! - exclamó Milena.
Pícaro voló hacia el grupo de hojas secas y comenzó a hablar con ellas.
- ¿Por qué le quitan espacio a las flores? - preguntó.
- Porque estamos aburridas y queremos ser parte del espectáculo - lamentó una hoja, con tristeza.
- Pero todos en el jardín tienen su lugar y juntos crean un equilibrio - les explicó Pícaro. - ¿Qué tal si les proponen una idea? ¡Podrían hacer una obra de teatro! Así también ustedes tendrían su oportunidad de brillar.
Milena escuchó la idea y sonrió.
- ¡Eso es! Podríamos hacer una obra donde todos tengan un papel, así las flores y las hojas se unen en lugar de pelear - propuso.
Las flores y las hojas se miraron entusiasmadas. Después de compartir ideas, comenzaron a preparar los ensayos. Mientras tanto, Milena, con el apoyo de Pícaro, se convirtió en la directora del espectáculo.
El día del estreno, todo el jardín estaba lleno de expectativas.
- ¡Bienvenidos a nuestra gran obra! - anunció Milena, tomando un profundo respiro. - ¡Disfruten!
Las flores bailaron, las hojas actuaron y todos se rieron y aplaudieron. Nadie había imaginado que podían compartir el escenario de una manera tan hermosa.
- ¡Es maravilloso ver cómo todos pueden ser parte de algo grandioso! - exclamó una flor morada al finalizar el espectáculo.
- Gracias a Milena y a Pícaro, hemos aprendido que cada uno tiene algo especial que aportar - agregó una hoja sonriente.
Cuando la obra terminó, el jardín resplandecía con colaboración y alegría, y las sonrisas llenaron el aire. Milena había logrado unir a todos en armonía.
De repente, el libro que había abierto en su casa comenzó a brillar nuevamente.
- Es hora de regresar, Milena - anunció Pícaro.
- ¡No quiero irme! - protestó la niña.
- Pero siempre podrás venir a visitarnos - dijo el pájaro. - Recuerda: la clave está en escuchar y compartir.
Con un abrazo de despedida, Milena sintió cómo una suave brisa la envolvía, llevándola de regreso a su hogar.
Despertó en su habitación rodeada de coloridos flores de papel que había hecho con su abuela.
- Nunca olvidaré a mis amigos - murmuró mientras sonreía.
Y desde ese día, en su vida diaria, Milena siempre escuchaba a los demás, recordando que en la diversidad y la cooperación estaban las maravillas más grandes de todas.
FIN.