Milo y la Caja Mágica
Había una vez un gatito llamado Milo que tenía una caja en el jardín. Un día, Milo miró la caja y pensó: “Voy a ver qué hay dentro”.
Se metió dentro de la caja y se quedó allí, muy tranquilo. “¡Qué cómodo está aquí dentro! ”, pensó Milo. Mientras Milo estaba dentro, su amiga la perra Lisa vino a buscarlo.
"¡Milo! ¿Dónde estás?" - llamó Lisa, olfateando alrededor.
"Aquí estoy, Lisa, dentro de la caja. ¡Es muy suave y cálida!" - respondió Milo gesticulando con su patita.
"¿Qué hay de emocionante en una caja? ¡Salí y ven a jugar conmigo!"
"Pero estoy muy a gusto aquí..." - dijo Milo, acomodándose un poco más.
Lisa decidió que no se rendiría tan fácil. Mientras Milo estaba atrapado en su mundo cómodo, Lisa empezó a experimentar con la caja. Comenzó a saltar sobre ella y a hacer ruidos divertidos.
"¡Milo, mira esto!" - decía mientras giraba y daba vueltas alrededor de la caja.
Al oír las risas de su amiga, Milo no pudo evitar preguntar:
"¿Qué estás haciendo, Lisa?"
"Te estoy mostrando lo genial que es jugar afuera. ¡No hay nada como corretear por el jardín!"
Milo se quedó pensando. Pasaron algunos minutos y decidió salir. Cuando saltó fuera de la caja, sintió la brisa en su pelaje y la luz del sol sobre su cara.
"¡Es verdad, esto es delicioso!" - exclamó Milo.
"¡Eso es! ¡Y mira! ¡Puedo correr!" - dijo Lisa, haciendo un salto alto.
Milo empezó a correr junto a Lisa, disfrutando de la aventura. Jugaron a la pelota, persiguieron mariposas y saltaron sobre las flores. De repente, mientras estaban jugando, encontraron un grupo de hormigas trabajando juntas.
"Mira a esas hormigas, Lisa. ¡Están trabajando en equipo!" - comentó Milo.
"¡Sí! Ellas tienen un objetivo y trabajan juntas para lograrlo. ¡Es increíble!" - respondió Lisa.
Intrigados, se acercaron para observar más de cerca. De repente, una de las hormigas se dio cuenta de que estaba siendo observada.
"¿Por qué nos miran?" - preguntó la hormiga, levantando su antena.
"¡Estamos fascinados por su trabajo en equipo!" - dijo Milo.
"¡Gracias! Nosotros tenemos una misión, y todos ayudamos. Si alguna se pierde o se cansa, los demás la ayudan. ¡Así conseguimos hacerlo todo!"
Milo y Lisa se miraron, sorprendidos.
"Es un gran ejemplo a seguir, ¿no?" - sugirió Lisa.
"¡Sí! Es como cuando nosotros jugamos, cada uno tiene un papel y eso nos hace divertirnos más. ¡Deberíamos aprender a trabajar en equipo!" - dijo Milo interesante.
Así, decidieron hacer su propio "equipo de juegos". Juntos, construyeron una pequeña torre de ramas, decoraron con hojas y jugaban a pasarse la pelota por turnos. Por primera vez, se dieron cuenta de lo bonito que era colaborar y compartir.
El día terminó, y mientras se acomodaban para descansar bajo un árbol, Milo miró a Lisa y dijo:
"Nunca pensé que salir de la caja fuera tan divertido. Gracias por hacerme salir. A veces, está bien estar cómodo, pero también hay que salir y descubrir cosas nuevas."
"¡Eso es! La aventura siempre nos espera si estamos dispuestos a salir a buscarla" - respondió Lisa.
Desde ese día, la caja en el jardín se convirtió en su propio fuerte de aventuras. No solo aprendieron a jugar y a disfrutar del aire libre, sino también el valor del trabajo en equipo y la importancia de explorar más allá de sus propias limitaciones. Y así, Milo se sintió más feliz cada día, rodeado de su mejor amiga y muchas nuevas aventuras por descubrir.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.