¡Milo y los zapatos atados!


Milo, el ratoncito aventurero, saltaba y corría por los campos, emocionado por descubrir nuevos lugares. Pero había algo que lo frustraba: no podía atarse los zapatos solo. Siempre necesitaba la ayuda de sus amigos para hacerlo.

Un día soleado, mientras exploraba un prado lleno de flores silvestres, Milo sintió cómo sus cordones se enredaban entre las espinas de una planta espinosa. ¡Oh no! Estaba atrapado y no sabía qué hacer.

Milo intentó soltarse moviendo sus patitas rápidamente, pero solo logró enredar aún más los cordones. Se sintió desesperado y comenzó a llamar a todos sus amigos en busca de ayuda. En ese momento apareció Lucas, el conejito veloz y astuto.

Al ver la situación de Milo, le dijo con una sonrisa:-¡No te preocupes, Milo! Sé exactamente cómo ayudarte. Solo tienes que escucharme atentamente y seguir mis instrucciones paso a paso.

Intrigado pero confiado en su amigo Lucas, Milo decidió prestar atención a cada palabra que salía de la boca del conejito experto en nudos. -Primero -dijo Lucas-, levanta tu pie izquierdo lentamente hasta que veas el cordón pasar por encima del otro. Milo hizo exactamente lo que Lucas le indicó.

Aunque temblaba un poco por los nervios y porque las espinas seguían pinchando su piel delicada, continuó siguiendo las instrucciones al pie de la letra.

-Ahora -continuó Lucas-, toma el extremo derecho del cordón con tu pata derecha y pásalo por debajo del otro cordón. Milo hizo lo que Lucas le indicó, sintiendo cómo poco a poco el enredo se deshacía. Estaba emocionado y orgulloso de sí mismo. -¡Excelente, Milo! -exclamó Lucas-.

Ahora solo tienes que hacer un lazo con los dos extremos sueltos y apretarlo bien. Con manos temblorosas pero llenas de determinación, Milo siguió las últimas instrucciones de Lucas. Después de unos intentos fallidos, finalmente logró hacer un nudo perfecto.

¡Se había atado los zapatos solo por primera vez! Milo saltó de alegría mientras abrazaba a su amigo conejito. Se sentía valiente y capaz de enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.

Desde ese día, Milo siempre recordaría las valiosas lecciones que aprendió gracias a Lucas: la importancia de escuchar atentamente, seguir instrucciones paso a paso y nunca rendirse ante los obstáculos. Y así, Milo continuó explorando el mundo con confianza y entusiasmo.

Aunque todavía necesitaba ayuda para algunas cosas, sabía que tenía dentro de sí la capacidad para aprender y crecer cada día más. Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero el espíritu aventurero de Milo continúa vivo en todos aquellos niños que se esfuerzan por superar sus propias limitaciones.

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