Ming y Li y el tesoro del dragón



nariz. Uno de los chinitos se llamaba Ming y el otro se llamaba Li. Eran dos amigos inseparables que siempre encontraban la forma de divertirse juntos.

Un día, mientras jugaban cerca del río, vieron a un anciano pescador atrapado en una red. Sin pensarlo dos veces, corrieron para ayudarlo. Usando sus palitos mágicos, lograron cortar la red y liberar al anciano.

El pescador estaba tan agradecido que les contó sobre un tesoro escondido en una cueva misteriosa al otro lado del bosque encantado. Los chinitos no podían creer su suerte y decidieron ir en busca del tesoro. Caminaron durante horas hasta llegar a la entrada de la cueva.

Pero justo cuando estaban por entrar, apareció un enorme dragón con escamas doradas bloqueándoles el paso. "¡Oh no! ¿Cómo vamos a superar este obstáculo?", exclamó Ming preocupado. "No te preocupes, amigo mío", respondió Li con determinación.

"Recuerda lo que nos enseñaron nuestros padres: siempre podemos encontrar soluciones creativas". Ming miró hacia sus palitos y tuvo una idea brillante. Usando sus palitos como espadas, comenzaron a bailar frente al dragón imitando las movimientos de las artes marciales chinas.

El dragón quedó fascinado por su actuación y comenzó a aplaudir emocionado. Resulta que el dragón siempre había soñado con ser actor pero nadie nunca le había dado una oportunidad. "¡Ustedes son increíbles! ¡Nunca había visto algo tan divertido!", exclamó el dragón entre risas.

Los chinitos y el dragón se hicieron amigos instantáneamente. El dragón, agradecido por haberles dado una oportunidad de brillar, les permitió entrar a la cueva para buscar el tesoro.

Dentro de la cueva encontraron montones de monedas de oro y joyas preciosas. Pero en lugar de llevárselas todas para sí mismos, decidieron usar ese tesoro para ayudar a los más necesitados en su comunidad. Construyeron escuelas, hospitales y alimentaron a los pobres.

También enseñaron a otros niños cómo encontrar soluciones creativas ante cualquier obstáculo que se les presentara en la vida. Y así, gracias al arroz duro y los palitos mágicos, Ming y Li se convirtieron en héroes en su comunidad.

Aprendieron que siempre hay una forma de enfrentar las dificultades con imaginación y determinación. La historia de los dos chinitos inspiró a muchos otros niños a seguir sus pasos.

Y juntos lograron crear un mundo mejor donde todos pudieran disfrutar del arroz con palitos sin importar lo duro que estuviera.

FIN.

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