Minions en busca de dulces



Había una vez, en la hermosa ciudad de Buenos Aires, un grupo de Minions que decidieron salir a pasear por el shopping.

Kevin, Stuart y Bob estaban emocionados porque era su primera vez en un lugar tan grande y lleno de cosas interesantes. Los Minions entraron al shopping con los ojos bien abiertos y las manos agarradas para no perderse. Pero mientras caminaban distraídos mirando todos los escaparates, Bob soltó la mano de sus amigos sin darse cuenta.

"¡Chicos! ¡Miren esto!", exclamó Bob señalando una tienda llena de juguetes coloridos. Pero cuando Kevin y Stuart se dieron vuelta para ver lo que Bob había encontrado, se llevaron una gran sorpresa.

¡Bob no estaba!"¡Oh no! ¿Dónde está Bob?", preguntó Kevin preocupado. Stuart miraba a su alrededor tratando de encontrar alguna pista sobre dónde podría estar su amigo perdido. De repente, vio algo brillante en el suelo: era uno de los anteojos característicos de Bob.

"¡Rápido Kevin! ¡Sigamos las pistas!", exclamó Stuart emocionado. Así comenzó la aventura de buscar a Bob en medio del enorme shopping.

Los Minions corrían por los pasillos buscando pistas como sombras divertidas o risas contagiosas que pudieran indicar dónde se encontraba su amigo perdido. Cada vez que creían haberlo encontrado, resultaba ser otro Minion disfrazado o un maniquí engañador. Pero eso no detenía a Kevin y Stuart quienes seguían buscando sin rendirse ni perder la esperanza.

Después de mucho correr y buscar, los Minions llegaron a una tienda de caramelos. Allí encontraron a Bob rodeado de dulces y chocolates. "¡Bob! ¡Te encontramos!", exclamó Kevin aliviado. Pero Bob no parecía muy contento.

Tenía la cara llena de chocolate y estaba triste porque había comido tantos dulces que se sentía enfermo del estómago. "Lo siento chicos, me dejé llevar por la tentación", dijo Bob con voz apagada.

Kevin y Stuart se acercaron a su amigo para consolarlo. Le recordaron lo importante que era cuidar su salud y controlar las tentaciones. Juntos, decidieron limpiar el desorden que habían causado en la tienda y pedir disculpas al dueño.

Mientras limpiaban, los Minions aprendieron una valiosa lección: es divertido explorar nuevos lugares, pero también es importante ser responsables y cuidarse a uno mismo. Después de ayudar al dueño de la tienda, los Minions salieron del shopping felices por haber encontrado a Bob sano y salvo.

Desde ese día, prometieron siempre estar juntos para evitar perderse nuevamente en lugares tan grandes como un shopping.

Y así termina nuestra historia, queridos niños: Los Minions aprendieron sobre la importancia de cuidarse a sí mismos mientras se divierten explorando nuevos lugares. Recuerden siempre estar atentos a sus amigos y nunca perderse en un shopping sin avisar. ¡Hasta la próxima aventura!

FIN.

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