Minor, Vanesa y el Cocodrilo Surfista



Era un hermoso día en la playa cuando Minor y Vanesa decidieron hacer una escapada. Los dos amigos estaban emocionados por ver el mar, hacer castillos de arena y disfrutar del sol. Al llegar a la orilla, un brillo extraño llamó la atención de Vanesa.

"¿Ves eso, Minor?", preguntó Vanesa, señalando algo entre las olas.

"Sí, ¿qué es?", respondió Minor, con curiosidad.

Ambos se acercaron y, para su sorpresa, ¡era un cocodrilo! Pero no era un cocodrilo cualquiera; este tenía unas gafas de sol y una tabla de surf.

"¡Hola, chicos!", les dijo el cocodrilo con una voz amistosa. "Soy Surfón, el cocodrilo surfista. ¿Quieren aprender a surfear?"

Minor y Vanesa se miraron atónitos, pero rápidamente se entusiasmaron con la idea.

"¡Sí, queremos!", gritaron al unísono.

Surfón les explicó que el surfing era una manera divertida de disfrutar del mar, pero también que debía hacerse con cuidado y respeto.

"Primero, deben aprender a nadar bien y a conocer las olas. El mar puede ser impredecible, ¡pero también muy divertido!", dijo Surfón mientras comenzaba a mostrarles las bases del surf.

Minor y Vanesa pasaron la mañana riendo y tratando de mantenerse en pie sobre las tablas. Surfón era un gran maestro, y, a pesar de los tropiezos, nunca se rindieron.

De repente, mientras practicaban, una gran ola se formó frente a ellos.

"¡Cuidado!", gritó Surfón.

"¿Qué hacemos?", preguntó Minor con un poco de nerviosismo.

"Recuerden lo que aprendieron. Mantengan la calma y ¡sigan mi ejemplo!", dijo Surfón, mientras se preparaba para surfear la ola.

Minor y Vanesa se miraron y decidieron seguirlo. Con un poco de miedo, pero también llenos de emoción, se lanzaron al agua. Y cuando la ola los levantó, experimentaron una sensación increíble de libertad.

Surfeando juntos, disfrutaron de cada segundo. Llenos de felicidad, lograron surfear la ola.

"¡Lo hicimos! ¡Lo logramos!", gritó Vanesa llena de alegría.

"Sí! ¡Es espectacular!", dijo Minor, riendo junto a Surfón, que también disfrutaba del momento.

Después de surfear, Surfón les llevó a un lugar tranquilo cerca de la costa para que descansaran.

"Recuerden, amigos, el mar es hermoso pero debemos cuidarlo. Nunca tiremos basura y respetemos a los animales que viven aquí", les aconsejó.

"¡Lo prometemos!", dijeron Minor y Vanesa al unísono.

Finalmente, después de un día lleno de aventuras, Surfón les enseñó a hacer uno de sus trucos favoritos, el "saludo al sol".

"¡Ahora ustedes también son surfistas! ¡Nunca dejen de explorar y aprender!", les dijo Surfón mientras se despedia.

"¡Gracias, Surfón! ¡Fue un día increíble!", gritaron Minor y Vanesa mientras el cocodrilo se alejaba hacia el horizonte.

Y así, Minor y Vanesa regresaron a casa no solo con recuerdos de un día emocionante, sino también con una profunda apreciación por la naturaleza y la importancia de cuidar el entorno marino.

Desde entonces, cada vez que volvían a la playa, miraban al mar con más respeto y amor, recordando siempre a su amigo, Surfón, el cocodrilo surfista.

FIN.

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